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martes, 3 de diciembre de 2019


ESTIMULA EL NERVIO VAGO Y REDUCE EL ESTRÉS






Cuando alguien dice "... yo confío en mi instinto", también podría decir "... yo confío en mi nervio vago" ya que los instintos son intuiciones emocionales transferidas al cerebro a través del nervio vago.


NERVIO VAGO: QUÉ ES Y CUÁL SON SUS FUNCIONES

Desconocido para la gran mayoría de la gente, el nervio neumogástrico, conocido como “nervio vago”, es el décimo nervio cerebral, el más largo de su clase; empieza en la caja craneal; se origina en la médula, una parte del tronco encefálico, que está localizado en la parte posterior inferior del cerebro y desciende por el cuello y el tórax hasta llegar al abdomen.

El nervio vago, es un nervio craneal que tiene varios brazos que se separan en dos ramas (nervio vago izquierdo- nervio vago derecho) que bajan hacia las vísceras del abdomen pasando por los diferentes órganos que halla en el camino.

Suministra fibras nerviosas a la zona de la garganta, los pulmones, el corazón y los órganos digestivos.  Es el nervio que confiere sensibilidad a las mucosas respiratorias (faringe, laringe, esófago, tráquea, pulmones y bronquios) y transmite el ritmo, la fuerza y la frecuencia en la respiración. También recibe las señales de los órganos internos y las envía de vuelta al cerebro.

Además, es el nervio que pone en comunicación el diafragma con el cerebro, la psique con el soma (cuerpo físico) y transmite nerviosismo o sosiego, ira o calma.

Es el décimo de los nervios craneales, a menudo llamado el "Nervio de la compasión", porque cuando está activo, ayuda a crear las "ondas calurosas" que sentimos en nuestro pecho cuando nos dan un abrazo o nos conmueve algo.

El Nervio vago envía continuamente información sensorial sobre el estado de nuestros órganos al cerebro. Como todos los nervios craneales, el nervio vago está relacionado con actividades motoras y sensoriales de la cabeza. Pero su función no se limita a esta parte del cuerpo, pues es uno de los nervios más largos del cuerpo, ya que va desde el cerebro hasta el colon. En el intestino tenemos el mayor número de células del sistema inmunitario, por eso la activación de este nervio aumenta las funciones inmunitarias y también las antiinflamatorias, reduce la frecuencia cardíaca por la liberación de la acetilcolina (neurotransmisor).



ORIGEN DEL NERVIO VAGO

Nuestro sistema nervioso autónomo está formado de dos sistemas opuestos que envían información constantemente a nuestra mente.  El sistema nervioso simpático se alimenta de adrenalina y cortisol y es parte de la respuesta de lucha o huida; nos prepara para la acción; estimula las glándulas suprarrenales y la sudoración.

El sistema nervioso parasimpático, regula los órganos internos del descanso, de la digestión y de lo que nos pasa cuando nuestro cuerpo está tranquilo.

Estos dos sistemas crean un tira y afloja en nuestra mente. El sistema nervioso simpático está orientado a hundir el pie en el acelerador ya que se nutre de adrenalina y cortisol y es parte de la respuesta de lucha o huida. El sistema nervioso parasimpático es el polo opuesto. El nervio vago es el eje central del funcionamiento del sistema nervioso parasimpático. Este está orientado a reducir la velocidad y utiliza neurotransmisores como la acetilcolina para aminorar la frecuencia cardíaca, la presión arterial y ayudar al corazón y órganos a ir más despacio.




FUNCIONES DEL NERVIO VAGO

El Nervio vago es el responsable de controlar el sistema parasimpático. Está involucrado en muchas funciones, desde los movimientos de la boca, al corazón o al hecho de sudar. Puede verse afectado por diversas disfunciones y puede, al tiempo, desencadenar numerosos síntomas.

El protagonista del sistema parasimpático juega un papel muy importante en la regulación de los órganos internos, así como en el peristaltismo gastrointestinal y la sudoración. Además, se encarga de estimular la producción de ácido gástrico y regula los movimientos gastrointestinales durante la fase de la digestión. No solo está relacionado con los músculos, sino que desde el cráneo y hasta el abdomen, incluso pasando por el corazón y el estómago, el nervio vago cumple una función muy destacada dentro del funcionamiento de nuestro organismo.

El nervio vago ayuda a regular los latidos del corazón, controla el movimiento muscular, mantiene nuestra respiración y transmite una variedad de sustancias químicas a través del cuerpo.

Es responsable de mantener el tracto digestivo en buen funcionamiento, contrayendo los músculos del estómago y los intestinos para ayudar a procesar los alimentos, envía información sobre lo que se digiere y lo que sale del cuerpo.

Este nervio hace que podamos relajarnos después de un estado de alteración, tener una buena digestión o recuperar el sueño. Los mensajes que envían los neurotransmisores también van de la mente a través del nervio vago hacia los órganos para indicarles que estamos en calma o en una situación de peligro, para prepararnos para afrontar o huir de la situación.

Envía información sensorial del estado de los órganos al cerebro.

Ayuda la comunicación y asimismo está relacionado con un neurotransmisor que interviene en la confianza y el vínculo materno.

RELACIÓN ENTRE NERVIO VAGO, INTESTINOS Y CEREBRO

Cuando hay un desequilibrio o disbiosis intestinal, se producen una serie de alteraciones, que van desde la inflamación de la mucosa, permeabilidad intestinal, hasta enfermedades como la obesidad, alergias, intolerancias, enfermedades autoimunes, así como diversos tipos de trastornos mentales. En definitiva, son una serie de acontecimientos patológicos que, originados en el propio intestino, se correlacionan con otra serie de trastornos a nivel global, y que son causados principalmente por una dieta moderna alta en calorías, cereales, azucares y grasas trans.

La permeabilidad intestinal es una patología en la que se generan espacios entre las células de la pared intestinal. Cuando esto sucede, principalmente por una alteración de la microbiota intestinal, la función de barrera intestinal encargada de permitir el paso de nutrientes y desechar las partes inservibles o tóxicas, deja de realizarse correctamente; supone que muchas de las sustancias que deberían abandonar el cuerpo, no lo hacen y penetran en la circulación sanguínea, llegando al hígado, a través de la vena porta. Pero éste no es el único órgano afectado. Hemos de pensar que nuestro sistema inmunológico al encontrarse con una serie de sustancias desconocidas, como proteínas extrañas y antígenos, puede reaccionar con la formación del anticuerpo correspondiente (IG), como en el caso de las intolerancias (IGG) o las alergias (IGE). Aunque también podría significar el inicio de una Enfermedad Autoinmune; como hemos visto la gran mayoría de los anticuerpos se crean ante proteínas desconocidas, esto podría propiciar que, en un momento determinado, y como consecuencia de su labor desbordada, el sistema inmunológico confunda esas proteínas extrañas, con partes propias del cuerpo, como ocurre con La Enfermedad de Crohn, Colitis Ulcerosa, Artritis Reumatoide, Diabetes, Parkinson, Tiroiditis de Hashimoto, etc. Hoy en día se calcula que puede haber hasta 80 enfermedades autoinmunes, y otras tantas sospechosas de serlo.

Ante una patología a nivel intestinal se genera una serie de citoquinas (proteínas) inflamatorias, como el interferón, interleuquinas, y factor de necrosis tumoral alfa, que actuarán a nivel local, afectando igualmente a los tejidos adyacentes, sin embargo algunos pueden entrar en el flujo sanguíneo, siendo capaces de transmitir señales a órganos distantes, incluyendo el cerebro donde podrían producir la activación de microglías; estas células del sistema inmunológico podrían transformarse en macrófagos cerebrales que actuarían como células fagocíticas, secretando además moléculas pro-inflamatorias y radicales libres como forma de defensa ante una posible lesión, pero por contrapartida también podrían causar la destrucción de tejidos y neuronas sanas; este podría ser el caso de enfermedad como el alzheimer, el parkinson o el autismo pero además estas citoquinas inflamatorias podrían disminuir los niveles de serotonina contribuyendo a la aparición de la depresión. Lo que parece claro es que la activación de los macrófagos ante cualquier ataque puede tener claras implicaciones en los estados depresivos.

En resumen, los problemas de origen intestinal pueden causar diversos trastornos en otras partes del organismo, incluyendo el cerebro, favoreciendo la aparición de diversas patologías como puede ser la depresión. Pero en sentido inverso, se puede afirmar también que los problema de tipo psicológico podrían ocasionar diversos trastornos de tipo gastrointestinal como puede ser síndrome del intestino irritable, la úlcera péptica, la enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad de Crohn, etc, etc.

Efectivamente, nuestras vivencias o, mejor dicho, la forma de entender o asumir los problemas del día a día, pueden llevarnos a padecer lo que actualmente se conoce como estrés crónico. Es cierto que mantener cierta tensión puede ser positivo para tratar de solucionar los problemas cotidianos a los que todos nos podemos enfrentar, pero nuestra incapacidad para desactivar esta respuesta fisiológica hará que los problemas no tarden en aparecer. Esto supone la activación de dos vías que parten del cerebro: Eje Hipotalámico-Pituitario-Adrenal / Eje Cerebro-Intestino.

El estrés crónico (producido por grandes tragedias o sobrecargas mantenidas en el tiempo, incluidas las de origen físico), puede influir, y mucho, en nuestro sistema inmune, aunque los mecanismos no están del todo claro, suponen la activación del eje hipotalámico-pituitario-adrenal. La principal respuesta del cerebro frente al estrés es el aumento en la producción de hormonas (CRF) que viajan desde el hipotálamo hasta la glándula pituitaria en donde induce la liberación de otra hormona (ACTH) que, a su vez viaja por el torrente circulatorio hasta las glándulas adrenales para liberar cortisol -y adrenalina-, que es un supresor potente del sistema inmune y precursor de la inflamación.

Este tipo de estrés crónico podría tener efectos desastrosos en el cuerpo y cerebro. La exposición a la adrenalina y el cortisol de forma crónica, podría estar relacionada con enfermedades cardiovasculares, obesidad visceral, la hipertensión arterial, cáncer, problemas del sistema inmune, diabetes, osteoporosis, deterioro de la flora intestinal e incremento de la permeabilidad intestinal. En un principio los niveles de cortisol, inhiben la activación de los macrófagos bloqueado la producción y acción de las citoquinas inflamatorias que inician la respuesta inmunológica, algo fundamental para "cortar" la cascada inflamatoria que se inicia como respuesta a una agresión, pero una exposición permanente a altos niveles de cortisol podría inducir una desensibilización de estos receptores de glucocorticoides en las células inmunitarias alterando el control sobre la inflamación y aumentando la producción de citoquinas inflamatorias.

Pero fuese por el motivo que fuese, el aumento de éstas moléculas pro-inflamatorias que llegan al cerebro, podría dañar a las neuronas, pudiendo estar detrás de una serie de trastornos psicológicos, como ya se ha dicho. También el estrés crónico provoca un aumento de glutamato en el cerebro. El glutamato es un neurotransmisor que, en exceso, se sabe que causa migrañas, depresión y ansiedad. Por otro lado, niveles altos de cortisol de forma crónica, reducen el hipocampo (parte del cerebro encargada de la formación de nuevos recuerdos de los acontecimientos experimentados).

El estrés, a nivel intestinal, genera una serie de consecuencias nocivas, como:

v  Disminución del flujo sanguíneo esplénico, propiciando una menor oxigenación de los tejidos.
v  Menor recuperación de la mucosa digestiva.
v  Disminución de las secreciones gástricas.
v  Alteración de la flora intestinal.
v  Disfunción de la barrera intestinal.

La comunicación bidireccional entre el cerebro y el tracto gastrointestinal o lo que es lo mismo entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico a través del nervio vago (nervio que va desde el tronco cerebral hasta el cerebro entérico en el abdomen) denominado eje cerebro-intestino, mantiene el contacto en ambas direcciones de tal forma que una alteración en la mucosa intestinal podría tener su afectación cerebral y viceversa, formando un círculo vicioso que se retroalimenta constantemente.




EL SISTEMA INMUNE Y EL NERVIO VAGO

Cuando envejecemos, nuestro sistema inmune causa más inflamaciones y el sistema nervioso genera estrés, es la forma en que el sistema inmune responde a la mente.  Nuestro sistema inmune es controlado por el nervio vago.

El nervio vago controla las células de nuestra médula que pueden convertirse en células del hígado, el intestino, los pulmones o la piel.

Nuestro cuerpo tiene la capacidad de autorregularse, repararse, regenerarse y prosperar, siempre y cuando aprendamos a trabajar con nuestro cuerpo y no contra él.

La estimulación “selectiva” del nervio vago se utiliza en algunos tratamientos médicos, para personas que tienen depresiones, o en algunos casos para tratar la epilepsia.

Trabajar nuestra mente y emociones con prácticas positivas, como la meditación o equivalentes, ayudan a la salud y la longevidad.  Si sentimos una ansiedad aguda o tenemos mucho estrés, aprender técnicas de estimulación del nervio vago nos puede ser de mucha ayuda.



CAUSAS DE LA DISFUNCIÓN DEL NERVIO VAGO

La diabetes es una causa común de daño en el nervio vago. El mecanismo por el que esta enfermedad lesiona el nervio no se conoce del todo. Cualquier nervio del cuerpo puede verse afectado por la diabetes. Otra causa de daño en el nervio vago es que se produzca un traumatismo en él. Esto puede estar causado por un golpe recibido por el cuerpo (a consecuencia, por ejemplo, de un accidente de automóvil) que ejerce una presión en parte del nervio vago. Una intervención quirúrgica también puede provocar esta presión sobre el nervio y dañarlo. Enfermedades crónicas, como el VIH o la enfermedad de Parkinson, también pueden ocasionar lesiones en el sistema nervioso, incluido el nervio vago.
                                                                                                                                                             

SEÑALES DE DISFUNCIÓN DEL NERVIO VAGO

Teniendo En cuenta la estrecha relación entre sistema nervioso central y sistema nervioso entérico, se puede sospechar de problemas en este eje cerebro-intestino, cuando además de diversos tipos de trastornos gastrointestinales (gases, inflamación, estreñimiento, diarrea, dolor de tipo abdominal) nuestra respuesta emocional sea desproporcionada. Puede ser el caso de conductas agresivas, de ansiedad, de enojo, de tristeza, de depresión, de miedo, etc., aunque en muchas ocasiones la causa o el motivo no exista como tal. Pero además la falta de motivación, la apatía, la desgana y la dificultad para recordar ciertos acontecimientos también podría estar detrás de los procesos mencionados. Si éstos comportamientos no desaparecen rápidamente, conviene actuar para evitar que, por el mecanismo de retroalimentación mencionado, la cosa acabe en algo más grave.

Como el nervio vago pasa por la garganta, si se daña puede producirnos problemas para hablar y tragar. También nos puede causar problemas digestivos, pérdida del apetito o su contrario, sentirnos llenos por poco que comamos.

Si el nervio vago se inflama, podemos tener náuseas, ardor de estómago, mareos, dolor de cabeza, taquicardia, dolor y rigidez en el cuello, vómitos o lo que se llama “crisis vagal”, que se exterioriza con  síntomas, como una gran sudoración, tez pálida, malestar general e  incluso, desmayos.


NERVIO VAGO INFLAMADO: SÍNTOMAS

Los síntomas de daño dependen de la gravedad de la lesión, su ubicación y de si los vasos sanguíneos cercanos también han sido afectados.

Las enfermedades crónicas pueden provocar daños en cualquier nervio, incluido el nervio vago, por lo que las personas que sufran trastornos como la diabetes deberían hablar con su médico sobre la posibilidad de que se presenten complicaciones en el sistema nervioso. Fumar y tomar alcohol pueden agravar la lesión del nervio. Si aparece algún síntoma, será necesario consultar con un médico con el fin de recibir un diagnóstico correcto y determinar cuál puede ser la causa subyacente.

Si se inflama el nervio vago, sus funciones lógicamente se verán afectadas. Es posible que se deba a lo que se denomina como síndrome vagal, y que se caracteriza por náuseas, ardor de estómago, mareos, dolor de cabeza, taquicardia, dolor y rigidez en el cuello, vómitos o crisis vagal, la cual implica directamente al corazón y se manifiesta con algunos síntomas incómodos, tales como sudoración excesiva, palidez, malestar general, náuseas e, incluso, desmayos.


Los principales síntomas de disfunción del nervio vago son:

Cambios vocales. Cuando el nervio vago está dañado pueden experimentarse dificultades para mover la lengua mientras se habla o ronquera si ha sido afectada la ramificación que se dirige a la laringe.

Disfagia. El nervio vago controla muchos músculos del paladar y la lengua que, si se encuentran dañados, pueden causar dificultad para tragar (disfagia).

Cambios en el reflejo nauseoso. El nervio vago controla el reflejo nauseoso, por lo que el daño puede hacer que este reflejo se pierda, incrementándose el riesgo de ahogarse con la saliva o la comida.

Pérdida de la audición. Puede ser producto de un daño de la ramificación del nervio vago que inerva la concha del oído.

Problemas cardiovasculares. El daño de este nervio puede causar efectos secundarios cardiovasculares, incluso latidos irregulares y arritmia.

Problemas digestivos.  El daño del nervio vago puede ocasionar problemas con las contracciones del estómago y los intestinos, lo que podría producir una constipación. Dado que el nervio vago inerva la garganta, un daño en él suele conllevar problemas para hablar y tragar. A menudo también se produce una pérdida del reflejo nauseoso. El nervio vago surte igualmente de fibras nerviosas al estómago, por lo que una lesión en él puede causar problemas digestivos tales como perder el apetito o sentirse lleno tras comer una pequeña cantidad de comida.



COMPLICACIONES

Un daño en el nervio vago puede causar gastroparesia, una enfermedad en la que los músculos del estómago dejan de funcionar con normalidad. Un estómago sano se contrae para impulsar los alimentos hacia el intestino delgado; una lesión en el nervio vago puede interferir en esa función, haciendo que la comida se mueva lentamente o deje de moverse por completo a través del sistema digestivo. Entre los síntomas de la gastroparesia se incluyen la sensación de estar lleno tras comer una pequeña cantidad de comida, la pérdida de peso, el ardor de estómago y las náuseas. La administración de fármacos y algunos cambios en la dieta pueden ayudar a resolver los síntomas de la gastroparesia.





NERVIO VAGO INFLAMADO: TRATAMIENTO Y REMEDIOS

Cada trastorno, lógicamente, requiere un cuidado específico. Si la disfunción del nervio vago se debe a una crisis con desmayos, disminución de la frecuencia cardiaca y de la presión arterial, es posible que el médico prescriba algún fármaco específico. En el caso de los problemas que afectan al nervio vago es muy útil la denominada maniobra de Valsaba, que toma su nombre del médico y anatomista que la ideó, y que se debe realizar solo por manos expertos para evitar causar más daño que bien. Es una maniobra de compensación forzada del oído medio que ayuda a estimular los nervios vagos de ambos lados, derecha e izquierda, de una manera bastante eficaz.  Recuerde que, si padece cualquiera de estos síntomas, y para contar con un diagnóstico certero y resolver todas las dudas, debe consultar siempre a su médico.


CÓMO ESTIMULAR EL NERVIO VAGO

Una de las mejores maneras de ayudarnos y prevenir desequilibrios es con una alimentación de tipo ancestral, que contenga principalmente pescados,  vegetales, frutos secos y frutas, evitando la alta dependencia de los cereales (principalmente los derivados refinados del trigo)  de aceites vegetales oxidados, de azucares, de "lácteos", de comida procesada, dejando períodos de ayuno más o menos largos, manteniendo una vida activa, implementando incluso entrenamientos intensos (no extenuantes).

Pero, por la estrecha relación entre el nervio vago y el cerebro, la otra gran forma de estimularlo y mantenerlo saludable es la respiración consciente, la relajación y la meditación.  Hay que señalar la importancia de una correcta respiración a la hora de realizar prácticas relacionadas con relajación y meditación. La respiración no sólo nos suministra oxígeno, sino que también nos proporciona prana o chi, que es la energía vital que mantiene los sistemas energéticos y físicos funcionando, y que es la representación “terrenal” de las energías sutiles que nuestra alma recibe del universo. La respiración es la única función del sistema nervioso autónomo que puede ser controlada y regulada por la conciencia, por lo tanto, funciona como vínculo entre la dimensión psíquica y física del ser humano; es un puente de conexión entre la mente y el cuerpo.


 EL PODER DE LA RESPIRACIÓN

Unas respiraciones profundas, hechas conscientemente, sirven tanto para calmar nervios antes de una presentación, entrevista o charla en público, como para ponernos en un estado de relajación y calma mental tras una jornada de trabajo. Respirar hondo, llenar los pulmones a tope y luego sacar todo el aire que uno pueda, varias veces, limpia nuestro cuerpo de aire viciado que se acumula y que nunca sale cuando respiramos superficialmente, y nos deja una sensación de frescor interna que es realmente agradable. El hecho de hacer todo esto manteniendo la concentración puesta en el proceso de respirar provoca que la mente esté ocupada en el momento presente, en la inspiración y la expiración, consiguiendo, aunque sea por breves momentos, la paz mental necesaria para entrar en estados de conciencia expandida. Así, respirar y centrarnos en esa respiración, sea con la técnica que sea, ayuda a controlar los procesos del cuerpo, a calmar la mente, a potenciar la concentración y a focalizar la mente, y, por supuesto, ayuda a relajarnos.

Cuando se estimula este nervio, se producen los efectos de relajación y tranquilidad mental de forma más eficaz y profunda, lo cual representa una base para poder luego seguir con la meditación con el formato o propósito que nos hayamos marcado.


TÉCNICA DE RESPIRACIÓN Y ESTIMULACIÓN DEL NERVIO VAGO


El siguiente ejercicio usa la respiración abdominal o diafragmática; cuando se realiza este tipo de respiración profundamente se lleva aire a la parte más baja de la caja torácica. La respiración se ha de hacer de forma lenta y profunda, con lo que se efectúa un adecuado uso del diafragma.


Procedimiento:
v  Inspirar por la nariz tranquilamente contando mentalmente hasta 4,
v  mantener el aire en los pulmones contando hasta 6,
v  y expulsarlo de nuevo contando hasta 4, pero al expulsarlo, lo haremos como si estuviéramos echando vaho a unas gafas para limpiarlas, es decir, contrayendo ligeramente los labios, de forma que, al exhalar, se estimule el nervio vago.
v  Tanto la inspiración como la espiración deben ser lentas y profundas. Se puede hacer el tiempo que se desee, el mínimo ideal serían unos 7 u 8 minutos. En lo posible hacerlo todos los días.  En una situación estresante, por ejemplo, antes de un examen o entrevista laboral los resultados pueden ser sorprendentes.

Esta sencilla práctica, realizada con regularidad, no solo nos instaura de forma natural la respiración abdominal, sino que consigue estimular el nervio vago, permitiéndonos disfrutar y recoger los beneficios de la relajación mental y del proceso de meditación que hagamos a continuación.


Existen otras maneras que ayudan a estimular el nervio:

v  Aguantar la respiración.
v  Ponernos un paño húmedo y fresco en la cara.
v  Presionarnos vigorosamente sobre los ojos.
v  Beber un vaso de agua fría deprisa.
v  Tumbarnos con la cabeza hacia abajo.

v  Contraer el abdomen.
v  Inspirar profundamente hinchando el vientre para oxigenar la sangre.
v  La relajación y la meditación.

Los resultados de esta estimulación pueden ser asombrosos si lo practicamos cuando nos sentimos estresados o en un momento de agobio.

Además, la estimulación a largo plazo del nervio vago consigue reparar algunos órganos, disminuye la presión arterial, mejorando el ritmo cardíaco, aumenta el volumen del cerebro, mejora la función inmune, arregla el sistema nervioso, reduce la ansiedad, el estrés y la depresión.





BENEFICIOS DE LA ACTIVACIÓN DEL NERVIO VAGO


v  En general, la estimulación a largo plazo del nervio vago ayuda a regenerar algunos órganos, reduce la presión arterial, aumenta el espesor del cerebro, mejora la función inmunológica, armoniza el sistema nervioso, reduce la ansiedad, el estrés y la depresión, además de mejorar la frecuencia cardíaca.
v  Mediante la activación del nervio vago, se pueden controlar tus células inmunes e incluso prevenir la enfermedad y el envejecimiento. 
v  Mediante la creación de estados cerebrales positivos se puede activar el nervio vago y controlar la inflamación. La inflamación es uno de los factores centrales de la enfermedad y el envejecimiento.
v  Ayudará a regenerar los órganos y células mediante la activación de las células madre.
v  Aumenta la variabilidad de la frecuencia cardíaca.
v  Aumenta el espesor dl cerebro (que normalmente se encoge con la edad).
v  Aumenta la función inmunológica.
v  Modula el sistema nervioso.
v  Reduce la depresión y el estrés.
v  Mejora el rendimiento.
v  Mejora la calidad de vida.





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http://es.sott.net/article/30683-Su-cerebro-esta-inflamado-Estimule-el-nervio-vago-y-reduzca-el-estres
http://www.ellahoy.es/salud/articulo/nervio-vago-inflamado-sintomas-y-remedios/182119/
http://davidtopi.com/la-estimulacin-del-nervio-vago-en-la-prctica-meditativa/#.VZWrHlNtejs
http://www.naturopatamasdeu.com/el-nervio-vago-y-su-influencia-en-la-salud/
http://www.ehowenespanol.com/cuales-son-causas-lesiones-del-nervio-vago-sobre_96991/
http://glosariodigital.blogspot.com/2014/05/nervio-vago.html



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