ESTIMULA
EL NERVIO VAGO Y REDUCE EL ESTRÉS
Cuando alguien dice "... yo confío en mi
instinto", también podría decir "... yo confío en mi nervio
vago" ya que los instintos son intuiciones emocionales transferidas al
cerebro a través del nervio vago.
NERVIO VAGO: QUÉ ES Y
CUÁL SON SUS FUNCIONES
Desconocido para la gran mayoría de la gente,
el nervio neumogástrico, conocido como “nervio vago”, es el décimo nervio
cerebral, el más largo de su clase; empieza en la caja craneal; se origina en
la médula, una parte del tronco encefálico, que está localizado en la parte
posterior inferior del cerebro y desciende por el cuello y el tórax hasta
llegar al abdomen.
El nervio vago, es un nervio craneal que tiene
varios brazos que se separan en dos ramas (nervio vago izquierdo- nervio vago
derecho) que bajan hacia las vísceras del abdomen pasando por los diferentes
órganos que halla en el camino.
Suministra fibras nerviosas a la zona de la
garganta, los pulmones, el corazón y los órganos digestivos. Es el nervio que confiere sensibilidad a las
mucosas respiratorias (faringe, laringe, esófago, tráquea, pulmones y
bronquios) y transmite el ritmo, la fuerza y la frecuencia en la respiración.
También recibe las señales de los órganos internos y las envía de vuelta al
cerebro.
Además, es el nervio que pone en comunicación
el diafragma con el cerebro, la psique con el soma (cuerpo físico) y transmite
nerviosismo o sosiego, ira o calma.
Es el décimo de los nervios craneales, a menudo
llamado el "Nervio de la compasión", porque cuando está activo, ayuda
a crear las "ondas calurosas" que sentimos en nuestro pecho cuando
nos dan un abrazo o nos conmueve algo.
El Nervio vago envía continuamente información
sensorial sobre el estado de nuestros órganos al cerebro. Como todos los nervios
craneales, el nervio vago está relacionado con actividades motoras y
sensoriales de la cabeza. Pero su función no se limita a esta parte del cuerpo,
pues es uno de los nervios más largos del cuerpo, ya que va desde el cerebro
hasta el colon. En el intestino tenemos el mayor número de células del sistema
inmunitario, por eso la activación de este nervio aumenta las funciones
inmunitarias y también las antiinflamatorias, reduce la frecuencia cardíaca por
la liberación de la acetilcolina (neurotransmisor).
ORIGEN DEL NERVIO VAGO
Nuestro sistema nervioso autónomo está formado
de dos sistemas opuestos que envían información constantemente a nuestra
mente. El sistema nervioso simpático se
alimenta de adrenalina y cortisol y es parte de la respuesta de lucha o huida;
nos prepara para la acción; estimula las glándulas suprarrenales y la
sudoración.
El sistema nervioso parasimpático, regula los
órganos internos del descanso, de la digestión y de lo que nos pasa cuando
nuestro cuerpo está tranquilo.
Estos dos sistemas crean un tira y afloja en
nuestra mente. El sistema nervioso simpático está orientado a hundir el pie en
el acelerador ya que se nutre de adrenalina y cortisol y es parte de la
respuesta de lucha o huida. El sistema nervioso parasimpático es el polo
opuesto. El nervio vago es el eje central del funcionamiento del sistema
nervioso parasimpático. Este está orientado a reducir la velocidad y utiliza
neurotransmisores como la acetilcolina para aminorar la frecuencia cardíaca, la
presión arterial y ayudar al corazón y órganos a ir más despacio.
FUNCIONES DEL NERVIO
VAGO
El Nervio vago es el responsable de controlar
el sistema parasimpático. Está involucrado en muchas funciones, desde los
movimientos de la boca, al corazón o al hecho de sudar. Puede verse afectado
por diversas disfunciones y puede, al tiempo, desencadenar numerosos síntomas.
El protagonista del sistema parasimpático juega
un papel muy importante en la regulación de los órganos internos, así como en
el peristaltismo gastrointestinal y la sudoración. Además, se encarga de
estimular la producción de ácido gástrico y regula los movimientos
gastrointestinales durante la fase de la digestión. No solo está relacionado
con los músculos, sino que desde el cráneo y hasta el abdomen, incluso pasando
por el corazón y el estómago, el nervio vago cumple una función muy destacada
dentro del funcionamiento de nuestro organismo.
El nervio vago ayuda a regular los latidos del
corazón, controla el movimiento muscular, mantiene nuestra respiración y
transmite una variedad de sustancias químicas a través del cuerpo.
Es responsable de mantener el tracto digestivo
en buen funcionamiento, contrayendo los músculos del estómago y los intestinos
para ayudar a procesar los alimentos, envía información sobre lo que se digiere
y lo que sale del cuerpo.
Este nervio hace que podamos relajarnos después
de un estado de alteración, tener una buena digestión o recuperar el sueño. Los
mensajes que envían los neurotransmisores también van de la mente a través del
nervio vago hacia los órganos para indicarles que estamos en calma o en una
situación de peligro, para prepararnos para afrontar o huir de la situación.
Envía información sensorial del estado de los
órganos al cerebro.
Ayuda la comunicación y asimismo está
relacionado con un neurotransmisor que interviene en la confianza y el vínculo
materno.
RELACIÓN ENTRE NERVIO
VAGO, INTESTINOS Y CEREBRO
Cuando hay un desequilibrio o disbiosis
intestinal, se producen una serie de alteraciones, que van desde la inflamación
de la mucosa, permeabilidad intestinal, hasta enfermedades como la obesidad,
alergias, intolerancias, enfermedades autoimunes, así como diversos tipos de
trastornos mentales. En definitiva, son una serie de acontecimientos
patológicos que, originados en el propio intestino, se correlacionan con otra
serie de trastornos a nivel global, y que son causados principalmente por una
dieta moderna alta en calorías, cereales, azucares y grasas trans.
La permeabilidad intestinal es una patología en
la que se generan espacios entre las células de la pared intestinal. Cuando
esto sucede, principalmente por una alteración de la microbiota intestinal, la
función de barrera intestinal encargada de permitir el paso de nutrientes y
desechar las partes inservibles o tóxicas, deja de realizarse correctamente;
supone que muchas de las sustancias que deberían abandonar el cuerpo, no lo
hacen y penetran en la circulación sanguínea, llegando al hígado, a través de
la vena porta. Pero éste no es el único órgano afectado. Hemos de pensar que
nuestro sistema inmunológico al encontrarse con una serie de sustancias
desconocidas, como proteínas extrañas y antígenos, puede reaccionar con la
formación del anticuerpo correspondiente (IG), como en el caso de las
intolerancias (IGG) o las alergias (IGE). Aunque también podría significar el
inicio de una Enfermedad Autoinmune; como hemos visto la gran mayoría de los
anticuerpos se crean ante proteínas desconocidas, esto podría propiciar que, en
un momento determinado, y como consecuencia de su labor desbordada, el sistema
inmunológico confunda esas proteínas extrañas, con partes propias del cuerpo,
como ocurre con La Enfermedad de Crohn, Colitis Ulcerosa, Artritis Reumatoide,
Diabetes, Parkinson, Tiroiditis de Hashimoto, etc. Hoy en día se calcula que
puede haber hasta 80 enfermedades autoinmunes, y otras tantas sospechosas de
serlo.
Ante una patología a nivel intestinal se genera
una serie de citoquinas (proteínas) inflamatorias, como el interferón,
interleuquinas, y factor de necrosis tumoral alfa, que actuarán a nivel local,
afectando igualmente a los tejidos adyacentes, sin embargo algunos pueden
entrar en el flujo sanguíneo, siendo capaces de transmitir señales a órganos
distantes, incluyendo el cerebro donde podrían producir la activación de
microglías; estas células del sistema inmunológico podrían transformarse en
macrófagos cerebrales que actuarían como células fagocíticas, secretando además
moléculas pro-inflamatorias y radicales libres como forma de defensa ante una
posible lesión, pero por contrapartida también podrían causar la destrucción de
tejidos y neuronas sanas; este podría ser el caso de enfermedad como el
alzheimer, el parkinson o el autismo pero además estas citoquinas inflamatorias
podrían disminuir los niveles de serotonina contribuyendo a la aparición de la
depresión. Lo que parece claro es que la activación de los macrófagos ante
cualquier ataque puede tener claras implicaciones en los estados depresivos.
En resumen, los problemas de origen intestinal
pueden causar diversos trastornos en otras partes del organismo, incluyendo el
cerebro, favoreciendo la aparición de diversas patologías como puede ser la
depresión. Pero en sentido inverso, se puede afirmar también que los problema
de tipo psicológico podrían ocasionar diversos trastornos de tipo
gastrointestinal como puede ser síndrome del intestino irritable, la úlcera
péptica, la enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad de Crohn, etc, etc.
Efectivamente, nuestras vivencias o, mejor
dicho, la forma de entender o asumir los problemas del día a día, pueden
llevarnos a padecer lo que actualmente se conoce como estrés crónico. Es cierto
que mantener cierta tensión puede ser positivo para tratar de solucionar los
problemas cotidianos a los que todos nos podemos enfrentar, pero nuestra
incapacidad para desactivar esta respuesta fisiológica hará que los problemas
no tarden en aparecer. Esto supone la activación de dos vías que parten del
cerebro: Eje Hipotalámico-Pituitario-Adrenal / Eje Cerebro-Intestino.
El estrés crónico (producido por grandes
tragedias o sobrecargas mantenidas en el tiempo, incluidas las de origen
físico), puede influir, y mucho, en nuestro sistema inmune, aunque los mecanismos
no están del todo claro, suponen la activación del eje
hipotalámico-pituitario-adrenal. La principal respuesta del cerebro frente al
estrés es el aumento en la producción de hormonas (CRF) que viajan desde el
hipotálamo hasta la glándula pituitaria en donde induce la liberación de otra
hormona (ACTH) que, a su vez viaja por el torrente circulatorio hasta las
glándulas adrenales para liberar cortisol -y adrenalina-, que es un supresor
potente del sistema inmune y precursor de la inflamación.
Este tipo de estrés crónico podría tener
efectos desastrosos en el cuerpo y cerebro. La exposición a la adrenalina y el
cortisol de forma crónica, podría estar relacionada con enfermedades
cardiovasculares, obesidad visceral, la hipertensión arterial, cáncer, problemas
del sistema inmune, diabetes, osteoporosis, deterioro de la flora intestinal e
incremento de la permeabilidad intestinal. En un principio los niveles de
cortisol, inhiben la activación de los macrófagos bloqueado la producción y
acción de las citoquinas inflamatorias que inician la respuesta inmunológica,
algo fundamental para "cortar" la cascada inflamatoria que se inicia
como respuesta a una agresión, pero una exposición permanente a altos niveles
de cortisol podría inducir una desensibilización de estos receptores de
glucocorticoides en las células inmunitarias alterando el control sobre la
inflamación y aumentando la producción de citoquinas inflamatorias.
Pero fuese por el motivo que fuese, el aumento
de éstas moléculas pro-inflamatorias que llegan al cerebro, podría dañar a las
neuronas, pudiendo estar detrás de una serie de trastornos psicológicos, como
ya se ha dicho. También el estrés crónico provoca un aumento de glutamato en el
cerebro. El glutamato es un neurotransmisor que, en exceso, se sabe que causa
migrañas, depresión y ansiedad. Por otro lado, niveles altos de cortisol de
forma crónica, reducen el hipocampo (parte del cerebro encargada de la
formación de nuevos recuerdos de los acontecimientos experimentados).
El estrés, a nivel intestinal, genera una serie
de consecuencias nocivas, como:
v Disminución del flujo sanguíneo
esplénico, propiciando una menor oxigenación de los tejidos.
v Menor recuperación de la mucosa
digestiva.
v Disminución de las secreciones
gástricas.
v Alteración de la flora intestinal.
v Disfunción de la barrera intestinal.
La comunicación bidireccional entre el cerebro
y el tracto gastrointestinal o lo que es lo mismo entre el sistema nervioso
central y el sistema nervioso entérico a través del nervio vago (nervio que va
desde el tronco cerebral hasta el cerebro entérico en el abdomen) denominado
eje cerebro-intestino, mantiene el contacto en ambas direcciones de tal forma
que una alteración en la mucosa intestinal podría tener su afectación cerebral
y viceversa, formando un círculo vicioso que se retroalimenta constantemente.
EL SISTEMA INMUNE Y EL
NERVIO VAGO
Cuando envejecemos, nuestro sistema inmune
causa más inflamaciones y el sistema nervioso genera estrés, es la forma en que
el sistema inmune responde a la mente.
Nuestro sistema inmune es controlado por el nervio vago.
El nervio vago controla las células de nuestra
médula que pueden convertirse en células del hígado, el intestino, los pulmones
o la piel.
Nuestro cuerpo tiene la capacidad de
autorregularse, repararse, regenerarse y prosperar, siempre y cuando aprendamos
a trabajar con nuestro cuerpo y no contra él.
La estimulación “selectiva” del nervio vago se
utiliza en algunos tratamientos médicos, para personas que tienen depresiones,
o en algunos casos para tratar la epilepsia.
Trabajar nuestra mente y emociones con
prácticas positivas, como la meditación o equivalentes, ayudan a la salud y la
longevidad. Si sentimos una ansiedad
aguda o tenemos mucho estrés, aprender técnicas de estimulación del nervio vago
nos puede ser de mucha ayuda.
CAUSAS DE LA
DISFUNCIÓN DEL NERVIO VAGO
La diabetes es una causa común de daño en el
nervio vago. El mecanismo por el que esta enfermedad lesiona el nervio no se
conoce del todo. Cualquier nervio del cuerpo puede verse afectado por la
diabetes. Otra causa de daño en el nervio vago es que se produzca un
traumatismo en él. Esto puede estar causado por un golpe recibido por el cuerpo
(a consecuencia, por ejemplo, de un accidente de automóvil) que ejerce una
presión en parte del nervio vago. Una intervención quirúrgica también puede
provocar esta presión sobre el nervio y dañarlo. Enfermedades crónicas, como el
VIH o la enfermedad de Parkinson, también pueden ocasionar lesiones en el
sistema nervioso, incluido el nervio vago.
SEÑALES DE DISFUNCIÓN
DEL NERVIO VAGO
Teniendo En cuenta la estrecha relación entre
sistema nervioso central y sistema nervioso entérico, se puede sospechar de
problemas en este eje cerebro-intestino, cuando además de diversos tipos de
trastornos gastrointestinales (gases, inflamación, estreñimiento, diarrea,
dolor de tipo abdominal) nuestra respuesta emocional sea desproporcionada.
Puede ser el caso de conductas agresivas, de ansiedad, de enojo, de tristeza,
de depresión, de miedo, etc., aunque en muchas ocasiones la causa o el motivo
no exista como tal. Pero además la falta de motivación, la apatía, la desgana y
la dificultad para recordar ciertos acontecimientos también podría estar detrás
de los procesos mencionados. Si éstos comportamientos no desaparecen
rápidamente, conviene actuar para evitar que, por el mecanismo de
retroalimentación mencionado, la cosa acabe en algo más grave.
Como el nervio vago pasa por la garganta, si se
daña puede producirnos problemas para hablar y tragar. También nos puede causar
problemas digestivos, pérdida del apetito o su contrario, sentirnos llenos por
poco que comamos.
Si el nervio vago se inflama, podemos tener
náuseas, ardor de estómago, mareos, dolor de cabeza, taquicardia, dolor y
rigidez en el cuello, vómitos o lo que se llama “crisis vagal”, que se
exterioriza con síntomas, como una gran
sudoración, tez pálida, malestar general e
incluso, desmayos.
NERVIO VAGO INFLAMADO:
SÍNTOMAS
Los síntomas de daño dependen de la gravedad de
la lesión, su ubicación y de si los vasos sanguíneos cercanos también han sido
afectados.
Las enfermedades crónicas pueden provocar daños
en cualquier nervio, incluido el nervio vago, por lo que las personas que
sufran trastornos como la diabetes deberían hablar con su médico sobre la
posibilidad de que se presenten complicaciones en el sistema nervioso. Fumar y
tomar alcohol pueden agravar la lesión del nervio. Si aparece algún síntoma,
será necesario consultar con un médico con el fin de recibir un diagnóstico
correcto y determinar cuál puede ser la causa subyacente.
Si se inflama el nervio vago, sus funciones
lógicamente se verán afectadas. Es posible que se deba a lo que se denomina
como síndrome vagal, y que se caracteriza por náuseas, ardor de estómago,
mareos, dolor de cabeza, taquicardia, dolor y rigidez en el cuello, vómitos o
crisis vagal, la cual implica directamente al corazón y se manifiesta con
algunos síntomas incómodos, tales como sudoración excesiva, palidez, malestar
general, náuseas e, incluso, desmayos.
Los principales síntomas de disfunción del
nervio vago son:
Cambios
vocales. Cuando el nervio vago está dañado pueden experimentarse dificultades
para mover la lengua mientras se habla o ronquera si ha sido afectada la
ramificación que se dirige a la laringe.
Disfagia. El nervio vago controla muchos
músculos del paladar y la lengua que, si se encuentran dañados, pueden causar
dificultad para tragar (disfagia).
Cambios en el reflejo nauseoso. El nervio vago
controla el reflejo nauseoso, por lo que el daño puede hacer que este reflejo
se pierda, incrementándose el riesgo de ahogarse con la saliva o la comida.
Pérdida de la audición. Puede ser producto de
un daño de la ramificación del nervio vago que inerva la concha del oído.
Problemas cardiovasculares. El daño de este
nervio puede causar efectos secundarios cardiovasculares, incluso latidos
irregulares y arritmia.
Problemas
digestivos. El daño del nervio vago
puede ocasionar problemas con las contracciones del estómago y los intestinos,
lo que podría producir una constipación. Dado que el nervio vago inerva la
garganta, un daño en él suele conllevar problemas para hablar y tragar. A
menudo también se produce una pérdida del reflejo nauseoso. El nervio vago
surte igualmente de fibras nerviosas al estómago, por lo que una lesión en él
puede causar problemas digestivos tales como perder el apetito o sentirse lleno
tras comer una pequeña cantidad de comida.
COMPLICACIONES
Un daño en el nervio vago puede causar
gastroparesia, una enfermedad en la que los músculos del estómago dejan de
funcionar con normalidad. Un estómago sano se contrae para impulsar los alimentos
hacia el intestino delgado; una lesión en el nervio vago puede interferir en
esa función, haciendo que la comida se mueva lentamente o deje de moverse por
completo a través del sistema digestivo. Entre los síntomas de la gastroparesia
se incluyen la sensación de estar lleno tras comer una pequeña cantidad de
comida, la pérdida de peso, el ardor de estómago y las náuseas. La
administración de fármacos y algunos cambios en la dieta pueden ayudar a
resolver los síntomas de la gastroparesia.
NERVIO VAGO INFLAMADO:
TRATAMIENTO Y REMEDIOS
Cada trastorno, lógicamente, requiere un
cuidado específico. Si la disfunción del nervio vago se debe a una crisis con
desmayos, disminución de la frecuencia cardiaca y de la presión arterial, es
posible que el médico prescriba algún fármaco específico. En el caso de los
problemas que afectan al nervio vago es muy útil la denominada maniobra de
Valsaba, que toma su nombre del médico y anatomista que la ideó, y que se debe
realizar solo por manos expertos para evitar causar más daño que bien. Es una
maniobra de compensación forzada del oído medio que ayuda a estimular los
nervios vagos de ambos lados, derecha e izquierda, de una manera bastante
eficaz. Recuerde que, si padece
cualquiera de estos síntomas, y para contar con un diagnóstico certero y
resolver todas las dudas, debe consultar siempre a su médico.
CÓMO
ESTIMULAR EL NERVIO VAGO
Una de las mejores maneras de ayudarnos y
prevenir desequilibrios es con una alimentación de tipo ancestral, que contenga
principalmente pescados, vegetales,
frutos secos y frutas, evitando la alta dependencia de los cereales
(principalmente los derivados refinados del trigo) de aceites vegetales oxidados, de azucares,
de "lácteos", de comida procesada, dejando períodos de ayuno más o menos
largos, manteniendo una vida activa, implementando incluso entrenamientos
intensos (no extenuantes).
Pero, por la estrecha relación entre el nervio
vago y el cerebro, la otra gran forma de estimularlo y mantenerlo saludable es
la respiración consciente, la relajación y la meditación. Hay que señalar la importancia de una
correcta respiración a la hora de realizar prácticas relacionadas con
relajación y meditación. La respiración no sólo nos suministra oxígeno, sino
que también nos proporciona prana o chi, que es la energía vital que mantiene
los sistemas energéticos y físicos funcionando, y que es la representación
“terrenal” de las energías sutiles que nuestra alma recibe del universo. La
respiración es la única función del sistema nervioso autónomo que puede ser
controlada y regulada por la conciencia, por lo tanto, funciona como vínculo
entre la dimensión psíquica y física del ser humano; es un puente de conexión
entre la mente y el cuerpo.
Unas respiraciones profundas, hechas
conscientemente, sirven tanto para calmar nervios antes de una presentación,
entrevista o charla en público, como para ponernos en un estado de relajación y
calma mental tras una jornada de trabajo. Respirar hondo, llenar los pulmones a
tope y luego sacar todo el aire que uno pueda, varias veces, limpia nuestro
cuerpo de aire viciado que se acumula y que nunca sale cuando respiramos
superficialmente, y nos deja una sensación de frescor interna que es realmente
agradable. El hecho de hacer todo esto manteniendo la concentración puesta en
el proceso de respirar provoca que la mente esté ocupada en el momento
presente, en la inspiración y la expiración, consiguiendo, aunque sea por
breves momentos, la paz mental necesaria para entrar en estados de conciencia
expandida. Así, respirar y centrarnos en esa respiración, sea con la técnica
que sea, ayuda a controlar los procesos del cuerpo, a calmar la mente, a
potenciar la concentración y a focalizar la mente, y, por supuesto, ayuda a
relajarnos.
Cuando se estimula este nervio, se producen los
efectos de relajación y tranquilidad mental de forma más eficaz y profunda, lo
cual representa una base para poder luego seguir con la meditación con el
formato o propósito que nos hayamos marcado.
TÉCNICA DE RESPIRACIÓN
Y ESTIMULACIÓN DEL NERVIO VAGO
El siguiente ejercicio usa la respiración
abdominal o diafragmática; cuando se realiza este tipo de respiración
profundamente se lleva aire a la parte más baja de la caja torácica. La
respiración se ha de hacer de forma lenta y profunda, con lo que se efectúa un
adecuado uso del diafragma.
Procedimiento:
v Inspirar por la nariz tranquilamente
contando mentalmente hasta 4,
v mantener el aire en los pulmones
contando hasta 6,
v y expulsarlo de nuevo contando hasta
4, pero al expulsarlo, lo haremos como si estuviéramos echando vaho a unas
gafas para limpiarlas, es decir, contrayendo ligeramente los labios, de forma
que, al exhalar, se estimule el nervio vago.
v Tanto la inspiración como la
espiración deben ser lentas y profundas. Se puede hacer el tiempo que se desee,
el mínimo ideal serían unos 7 u 8 minutos. En lo posible hacerlo todos los
días. En una situación estresante, por
ejemplo, antes de un examen o entrevista laboral los resultados pueden ser
sorprendentes.
Esta sencilla práctica, realizada con
regularidad, no solo nos instaura de forma natural la respiración abdominal,
sino que consigue estimular el nervio vago, permitiéndonos disfrutar y recoger
los beneficios de la relajación mental y del proceso de meditación que hagamos
a continuación.
Existen otras maneras que ayudan a estimular el
nervio:
v Aguantar la respiración.
v Ponernos un paño húmedo y fresco en
la cara.
v Presionarnos vigorosamente sobre los
ojos.
v Beber un vaso de agua fría deprisa.
v Tumbarnos con la cabeza hacia abajo.
v Contraer el abdomen.
v Inspirar profundamente hinchando el
vientre para oxigenar la sangre.
v La relajación y la meditación.
Los resultados de esta estimulación pueden ser
asombrosos si lo practicamos cuando nos sentimos estresados o en un momento de
agobio.
Además, la estimulación a largo plazo del
nervio vago consigue reparar algunos órganos, disminuye la presión arterial,
mejorando el ritmo cardíaco, aumenta el volumen del cerebro, mejora la función
inmune, arregla el sistema nervioso, reduce la ansiedad, el estrés y la
depresión.
BENEFICIOS DE LA
ACTIVACIÓN DEL NERVIO VAGO
v En general, la estimulación a largo
plazo del nervio vago ayuda a regenerar algunos órganos, reduce la presión
arterial, aumenta el espesor del cerebro, mejora la función inmunológica,
armoniza el sistema nervioso, reduce la ansiedad, el estrés y la depresión,
además de mejorar la frecuencia cardíaca.
v Mediante la activación del nervio
vago, se pueden controlar tus células inmunes e incluso prevenir la enfermedad
y el envejecimiento.
v Mediante la creación de estados
cerebrales positivos se puede activar el nervio vago y controlar la
inflamación. La inflamación es uno de los factores centrales de la enfermedad y
el envejecimiento.
v Ayudará a regenerar los órganos y células
mediante la activación de las células madre.
v Aumenta la variabilidad de la
frecuencia cardíaca.
v Aumenta el espesor dl cerebro (que
normalmente se encoge con la edad).
v Aumenta la función inmunológica.
v Modula el sistema nervioso.
v Reduce la depresión y el estrés.
v Mejora el rendimiento.
v Mejora la calidad de vida.
________________
http://es.sott.net/article/30683-Su-cerebro-esta-inflamado-Estimule-el-nervio-vago-y-reduzca-el-estres
http://www.ellahoy.es/salud/articulo/nervio-vago-inflamado-sintomas-y-remedios/182119/
http://davidtopi.com/la-estimulacin-del-nervio-vago-en-la-prctica-meditativa/#.VZWrHlNtejs
http://www.naturopatamasdeu.com/el-nervio-vago-y-su-influencia-en-la-salud/
http://www.ehowenespanol.com/cuales-son-causas-lesiones-del-nervio-vago-sobre_96991/
http://glosariodigital.blogspot.com/2014/05/nervio-vago.html
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