ES TIEMPO DE ABRIR EL CORAZÓN
Puedes decir
lo que quieras de mi. Tus opiniones sobre mi, no son mi asunto. Todos tus juicios no son más que una
confesión de qué o quién eres. Tienes la
libertad de pensar lo que quieras de mi. Puedes desearme la muerte, como ya lo han
hecho, pero esta reacción sólo estaría hablando claramente de ti, no de mi. Yo
elijo ejercer la libertad que aún me queda: la de expresar lo que es verdad
para mi. No espero que me creas, pero
ojalá tu mente, y sobre todo tu corazón se abran lo suficiente para empezar a
comprender lo que realmente pasa y cómo tú estás involucrado más de lo que
quisieras o estarías dispuesto a aceptar.
Alguien
protestó porque hice pública mi opinión sobre lo que llaman cuarentena, que para
mi es arresto domiciliario, ya que la medida de confinamiento colectivo es -como todo desde el inicio de este simulacro orweliano, absurda, excesiva e innecesaria, dado que no hay evidencia contundente de que
exista un virus, y atribuirle a un virus la enfermedad y muerte de personas,
sin evidencia real y concreta, es pura superstición: “creo porque creo que es
un virus, y punto”. En donde yo vivo, por ejemplo, sólo está permitido salir un
día a la semana, y la multa por salir otro día es también excesiva. Bajo esta medida están camufladas otras
intenciones que nada tienen qué ver con la protección de la salud y la vida de
las personas. Al parecer, a la mayoría
le resulta muy chocante la idea de que alguien se atreva a cuestionar las
medidas extremas a las que estamos siendo sometidos últimamente. Tendrían que revisarse a si mismos quienes se
resisten a ver las múltiples facetas de un asunto que, a todas luces, está
siendo utilizado para moldear una nueva realidad.
Esta persona
protestó bajo el argumento de que Ayurveda es sobre la prevención y le pareció
un error que yo publicara mi opinión abiertamente. Bien, a me parece insólito que, en este
punto, y con toda la información que circula, todavía haya gente que considera
que la prevención en salud se limita al plano del cuerpo y de lo personal, como
si el cuerpo fuera un artefacto desconectado de su entorno, o un montón de
sustancias y procesos físicos y/o químicos, que nada tienen qué ver con lo
colectivo, con lo político, con lo social, con lo cultural, con lo emocional,
con lo espiritual.
Me cuesta
creer que pensemos aún que lo que pasa afuera nada tiene que ver con nosotros,
que es algo que nos viene dado, o nos es impuesto, y sobre lo que es imposible opinar,
actuar o decidir. Hasta ese punto hemos
renunciado a nuestra autodeterminación,y nuestras libertades, y nos hemos conformado
con la “comodidad” que brinda la ignorancia, el no saber, el no comprender, el
no actuar, el no decidir o dejar que otros decidan. La prevención implica la toma
de consciencia de todas las intrincaciones entre los procesos aparentemente externos
y los internos, así como el asumir responsabilidad sobre esos procesos, sus
causas y sus resultados. Sin responsabilidad no hay consciencia, y sin
consciencia no hay prevención, ni sanación posible. Quien no asume responsabilidad, es alguien
que no crece: un niño, que depende de otros para lo básico y vital, alguien
indefenso – una (potencial) víctima.
No puedes
sanar si no sabes qué es lo que hay que sanar.
Necesitas tener claridad sobre los síntomas para poder encontrar la
causa y el tratamiento adecuado.
Necesitas comprender que tu percepción de la realidad externa es sólo
una proyección de tu realidad interna, y la comprensión y claridad que tengas de
lo que pasa “afuera” refleja tu comprensión y claridad a cerca de ti mismo. Tu percepción, comprensión y gestión de lo
que “no funciona”/”está enfermo”/ afuera, muestra tu percepción, comprensión y
gestión de lo que no funciona o está enfermo en ti; y viceversa.
La negación,
como estrategia psicológica de escape, es sólo una cura temporal. Tarde o temprano tendrás que mirar de frente
el escenario, los personajes y la trama que los envuelve, en la película a la
que llamas realidad (individual y colectiva). De otra manera, seguirás
encontrándote con el gran muro de la resignación y el miedo, en el callejón sin
salida de la inconsciencia.
Es increíble
que haya que explicar esto tan sencillo, que es de puro sentido común: el
confinamiento/distanciamiento social o, más exactamente arresto domiciliario
que viene con el paquete de la plandemia es parte del juego psicológico de la
ingeniería social que tiene por objetivo el control completo de la vida de las personas
mediante la eliminación progresiva -y no siempre sutil, de su poder real y de
su autodeterminación.
No lo hacen
para proteger a nadie de un virus. Ellos –los que están al mando de este
simulacro (plandemia), saben que no hay ningún virus acechando a nadie. También
saben que el miedo más arcaico de cualquier ser vivo es el miedo a morir:
manipulan a las personas por el lado de la salud la vida, y tienen completo poder sobre ellos,
completa sumisión y obediencia, por el sencillo hecho de que “las víctimas” –en
su gran mayoría, no se educan y prefieren los entretenimientos que el sistema
les ofrece, incluyendo la educación y la ciencia oficial, antes que buscar por
sí mismos la verdad, y sobre todo, observar por si mismos, con el uso de su
intuición, no de su mente ordinaria, que está manipulada, programada,
condicionada en un 95%.
Y mientras
los entretienen, con su consentimiento pleno, crean mayor dependencia al
sistema -que los esclaviza y los manipula. Los que defienden el fraude de los
virus y las medidas extremas son esclavos que aman sus cadenas, viven en una
prisión sin barrotes, y por eso se creen libres. Los que defienden la
cuarentiranía son como los adoctrinados dentro de una secta, y funcionan
exactamente como una secta: pasaron de creer en un Dios bipolar, que no ven, y
ahora tienen a otro dios al que le dicen virus; le temen con la misma o mayor
intensidad, y asumen que está en todas partes, aunque no tienen pruebas.
Igual que
con su versión infantil del dios con barba blanca y chanclas, en un cielo
inexistente, este dios-virus es omnipotente, omnipresente y te castigará si te
portas mal; es decir si no haces lo que los líderes de la secta dicen que es lo
correcto y lo que “te salvará”. Sin ninguna evidencia de la existencia real de
su dios-virus, los adoctrinados incluso exigen medidas más severas, con tal de
salvarse de la furia imprevisible del bipolar, sin detenerse a pensar que,
desde el principio, lo único visible y comprobable son las inconsistencias, las
contradicciones, las mentiras y, sobre todo, la falta de evidencia real y
científica, que justifique las medidas extremas que han impuesto -y que está
prohibido cuestionar. Lo real y latente es la manipulación en nombre del bien
mayor.
Por
supuesto, están en negación de las consecuencias del fraude con el que
colaboran desde su ignorancia y su victimismo. Como en una secta, el distanciamiento
tiene –entre otros propósitos, mantener un estado de cosas en el que la masa
actúa y se mueve desde la creencia de que los otros son peligrosos, lo externo
es peligroso, y lo que ordenen los líderes de la secta es lo único que los
llevará al cielo, a la salvación. Y lo que les dicen es que hay un enemigo
mortal que está en todas partes, en cualquier parte, en el aire, en las
superficies, y lo transmiten las otras personas, por eso hay que huir,
desconfiar, no interactuar o interactuar lo mínimo posible. Hay que esconderse,
aislarse, ponerse máscaras porque el aire es peligroso, sobre todo el de la
calle, el aire que otros respiran; el de mi casa, no: Ese aire está perfecto y
no tiene nada qué ver con el aire de los demás.
Somos seres
sociales, el contacto físico y visual es parte del desarrollo normal y
saludable de la vida de los seres humanos, en todos sus aspectos: físico,
emocional, mental, espiritual. Una vez que restringen o prohiben el contacto, a
través del miedo, y tú sencillamente lo aceptas sin el mínimo cuestionamiento,
será muy sencillo permear, manipular y moldear el resto de tus hábitos y
comportamientos, porque les has dado el consentimiento para modelar tu
percepción. Tu percepción crea tus creencias. Tus creencias crean tu realidad.
Esto, sin
hablar de las consecuencias nefastas de la privación de oxígeno por causa de
las máscaras o tapabocas, lo cual, de por si, es tóxico y peligroso; la
privación del sol que muchos se auto impusieron, como medida de protección
absurda, o como consecuencia de la otra medida absurda –el confinamiento, con
la consecuente deficiencia de vitamina D y los efectos en cadena de esta
privación a nivel físico, hormonal, psicológico, químico y social. La mayoría
de personas eligieron alejarse por completo de la naturaleza, lo cual es casi
un suicidio, porque desconocen que ellos son parte de la naturaleza y no sólo
turistas o huéspedes del planeta que los sostiene con vida. La casi completa
desconexión de los elementales –que ya es parte de la vida de las masas desde
hace tiempo, como consecuencia de la educación materialista y la ciencia
positivista, garantiza la casi completa desconexión o desconocimiento de la
esencia energética, eléctrica, sutil, espiritual del ser humano. Si te
desconectas de la naturaleza, te desconectas de ti, de la Tierra, del principio
fememnino, de la madre...de la vida!
La solución
es muy sencilla – pero bien dicen que lo sencillo es lo más complicado. Al final, es cuestión de elegir entre el
miedo y el amor. Y para que el amor haga su magia hay que revisar y tener la
valentía de renunciar a las creencias falsas sobre las que se ha fundamentado
el mismo concepto de amor, para empezar.
Esto sólo es posible si estás dispuesto a observar (te) desde otra
distancia, y a cuestionar (te): hacer las preguntas correctas y estar dispuesto
a ver las cosas como son, no como has creído que son.
Otros tienen
el control porque lo consientes. Su
alimento es el miedo. Detrás del miedo
está el odio, la separación, la división, la competencia, el victimismo, la
ira, la resignación, etc.
Abre tu
corazón y todos los velos caerán, despertarás del sueño al que llamas realidad.
Abre tu
corazón y descubrirás tu verdadero poder, el poder de la energía fundamental:
el Amor.
Abre tu
corazón y recuperarás tu brújula original: tu intuición, tu verdadera guía, tu
única guía hacia la coherencia, hacia la libertad.
Abre tu
corazón y recuperarás la memoria: no estamos separados, todo y todos estamos
conectados, y lo único real es la unidad, nuestro origen.
Abre tu
corazón y recordarás que eres Dios: dejarás de buscarlo desesperadamente
afuera. Abre tu corazón y serás consciente de que eres una expresión de Dios
-la Gran Consciencia. Las limitaciones no existen para la Gran Consciencia.
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