Buscar este blog

viernes, 5 de junio de 2020


BIOSEGURIDAD Y POLITICA





Artículo original: Biosicurezza e politica. Giorgio Agamben.  Mayo 11 / 2020. (Quodlibet)


Lo sorprendente de las reacciones a los medios y aparatos excepcionales que se han implementado en nuestro país (y no solo en este) es la incapacidad de observarlos más allá del contexto inmediato en el que parecen operar. Son raros quienes intentan, como requeriría un análisis político serio, interpretarlos como síntomas y signos de un experimento más amplio, en el que está en juego un nuevo paradigma de gobierno de los seres humanos y las cosas.

En un libro publicado hace siete años, que ahora vale la pena releer cuidadosamente (Tempêtes microbiennes, Gallimard 2013), Patrick Zylberman ya describió el proceso por el cual la seguridad de la salud, que hasta ese momento se había mantenido al margen de los cálculos políticos, se estaba convirtiendo en un elemento esencial de las estrategias del estado y la política internacional. El problema es nada menos que la creación de una especie de "terror a la salud" como herramienta para gobernar lo que se llamó el peor de los casos. Según esta lógica de lo peor, en 2005 la Organización Mundial de la Salud ya había anunciado "de dos a 150 millones de muertes por la próxima gripe aviar, sugiriendo una estrategia política que el estado aún no estaba listo para aceptar en ese momento.

Zylberman muestra que la nueva política propuesta se articuló en torno a tres puntos: 1) la construcción, sobre la base de un posible riesgo, de un escenario ficticio, en el que los datos se presentan de tal manera que fomenten comportamientos que permitan gobernar una situación extrema; 2) adopción de la lógica de lo peor como régimen de racionalidad política; 3) la organización integral del cuerpo ciudadano para fortalecer la adhesión a las instituciones gubernamentales tanto como sea posible, produciendo una especie de buena ciudadanía superlativa en la que las obligaciones impuestas se presentan como prueba de altruismo y el ciudadano ya no tiene derecho a la salud (seguridad de la salud), pero se convierte legalmente obligado a la salud (bioseguridad).

Lo que Zylberman describió en 2013 ahora se ha verificado debidamente. Es evidente que, más allá de la situación de emergencia vinculada a un determinado virus que en el futuro puede dar cabida a otro, lo que se cuestiona es el diseño de un paradigma de gobierno cuya efectividad excede por mucho la de todas las formas de gobierno que la historia política de Occidente hasta ahora ha conocido. Si ya, en el declive progresivo de las ideologías y creencias políticas, las razones de seguridad hicieron posible que los ciudadanos aceptaran limitaciones a las libertades que no estaban dispuestos a aceptar antes, la bioseguridad ha demostrado ser capaz de presentar el cese absoluto de todas las actividades políticas y de todas las relaciones sociales como la máxima forma de participación ciudadana. Así, fue posible presenciar la paradoja de las organizaciones de izquierda, tradicionalmente acostumbradas a reclamar derechos y denunciar violaciones de la constitución, aceptando sin reservas limitaciones de las libertades decididas por decretos ministeriales desprovistos de legalidad y que incluso el fascismo nunca había soñado con poder imponer.

Es evidente, y las propias autoridades gubernamentales no dejan de recordarnos, que el llamado "distanciamiento social" se convertirá en el modelo de política que nos espera y que (como anunciaron los representantes de la Fuerza de tarea conjunta, cuyos miembros están en un claro conflicto de intereses con la función que deberían ejercer) se aprovechará este distanciamiento para reemplazar las relaciones humanas en su fisicalidad, relaciones que se han vuelto sospechosas como fuentes de contagio (es decir, contagio político, por supuesto) con dispositivos digitales tecnológicos en todas partes. Las clases universitarias, como ya ha recomendado el MIUR [el Ministerio de Educación, Universidades e Investigación de Italia], estarán en línea de manera estable a partir del próximo año, ya no nos reconoceremos mirándonos a la cara, que puede ser cubierta por un mascarilla/ tapabocas, sino a través de aparatos digitales que reconocerán los datos biológicos que se recopilan obligatoriamente y cualquier "reunión", ya sea por razones políticas o simplemente por razones de amistad, seguirá estando prohibida.

Está bajo cuestionamiento una concepción completa de los destinos de la sociedad humana, en una perspectiva que en muchos aspectos parece haber tomado la idea apocalíptica de un fin del mundo a partir de las religiones menguantes. Después de que la política ha sido reemplazada por la economía, ahora esta última para poder gobernar tendrá que integrarse con el nuevo paradigma de bioseguridad, por el que deberán sacrificarse todas las demás necesidades. Es legítimo preguntar si esa sociedad aún puede definirse como humana o si la pérdida de relaciones sensibles, aquellas que son cara a cara -de amistad o de amor, pueden compensarse realmente con una seguridad sanitaria abstracta y presumiblemente totalmente ficticia.

Giorgio Agamben, 11 de mayo de 2020 (Quodlibet)



Otros artículos que podrían interesarte:



POTASIO VS. VIRUS: C*R*N* NO ES LO QUE TE HAN DICHO










LIBROS II


CONTACTO / COMENTARIOS / INQUIETUDES
 * E-mail: ayurvedavidayarmonia@gmail.com

Cel:  +57 3136129225 / +57 3128704172 * Santa Rosa de Cabal - Colombia



No hay comentarios:

Publicar un comentario