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sábado, 23 de noviembre de 2019


LA APATÍA
(Nivel de calibración 50)

“TRASCENDIENDO LOS NIVELES DE CONCIENCIA. LA ESCALERA HACIA LA ILUMINACIÓN”





La apatía es indicativa de la ausencia de amor, el cual es el antídoto más poderoso. Esto puede ser situacional o la consecuencia del rechazo al amor, por el egocentrismo o una muy baja autoestima debida a la falta de amor y nutrición en la vida temprana. 

El nivel de Apatía se caracteriza por el abandono, la indiferencia, la pobreza, y en los grados más graves, por la desesperación y la desesperanza. El mundo y el futuro son sombríos, y el patetismo es el tema de la vida. Es un estado de impotencia, y sus víctimas, necesitadas en todos los sentidos, no sólo carecen de recursos, sino también de la energía para aprovechar lo que pueda estar disponible. Una menor energía externa es suministrada por los cuidadores, la muerte por suicidio pasivo puede darse. Sin la voluntad de vivir, la desesperación se fija, no respondiendo al estímulo. Los ojos detienen el movimiento, y no hay suficiente energía para tragar la comida ofrecida.  Este es el nivel de las personas sin hogar y los vagabundos de la sociedad. Es también el destino de muchos ancianos que se aíslan por enfermedades crónicas o progresivas. Los apáticos son dependientes; son “pesados” y sentidos como una carga por aquellos los rodean. Representan la expresión humana de los tamas del clásico hindú gunas (cualidades) de la trilogía de tamas (inercia, resistencia), rajas (alta energía), y sattva (paz) que son innatas al mundo.  La sociedad a menudo carece de motivación suficiente para dar cualquier ayuda real a las culturas o los individuos en este nivel y los ve como desagües de recursos. Este es el nivel de las calles de Calcuta, donde sólo una santidad tal como la de Madre Teresa y sus seguidores, se atrevieron a pisar. Es el Nivel del abandono de la esperanza, y pocos tienen el valor de mirarse realmente a la cara.

La apatía indica una disponibilidad muy baja de energía e interés. Esto puede ser endémico en culturas y regiones, incluyendo áreas metropolitanas y de pobreza. La laxitud o indiferencia pueden ser culturalmente llevadas incluso por medios sutiles. “¿Para qué sirve?” es una actitud contagiosa.   La pereza es incluida como uno de los siete pecados capitales, ya que es un rechazo del regalo de Dios de la vida y es auto-indulgencia sin Amor. En este estado, no hay preocupación por el bienestar de los demás o incluso la preocupación apropiada por la calidad de la propia vida de uno.
La misma actitud es proyectada en Dios, que es visto con rechazo, no disponible, e indiferente. El desprecio a la propia vida deriva en un concepto de Dios indiferente, castigador e invariable. Esto lleva a la desesperanza y el pesimismo.   La apatía es a menudo la base para la pasividad y la auto condenación, resultando en baja autoestima y autoimagen. El sentimiento de inutilidad refuerza las actitudes negativas y los comportamientos sociales lo que deriva en pobreza y baja calidad de vida. La desesperanza conduce al completo declive, lo cual luego se utiliza como argumento para salvar las apariencias. Lo nuclear es que la responsabilidad es rechazada y reemplazada por una mentalidad de víctima crónica que trata de evitar los problemas reales mediante la proyección del supuesto origen al mundo exterior, lo cual es luego cómodamente culpabilizado como “causa”.

La división dualista de víctima / depredador se ve reforzada por la corriente “postmoderna”, de las teorías sociales relativistas que perpetúan la ilusión.   Emparentarse con la pobreza es relativamente influyente al establecer patrones de conducta temprana en los que hay una falta de amor y motivación. Esto resulta en un sistema de recompensas internas inadecuado y baja autoestima, y el desánimo forma parte del problema. Aunque el “ego ideal” puede desarrollarse y las figuras heroicas pueden ser admiradas, la convicción interior es que lo idealizado no se puede obtener debido a la desesperanza y el escepticismo. La persona normal recibe algún tipo de reconocimiento por esforzarse en el intento, incluso si falla. La persona sin esperanza no ve ningún punto donde incluso intentar un mayor nivel de funcionamiento.

El campo de atracción de energía de la apatía se representa en otras expresiones del mismo campo de energía baja (principio bien conocido de la “ventana rota”), que se traduce en una privación social total que engendra delincuencia y pobreza.   La condición apática indica deterioro que resulta de recurrir a excusas para salvar las apariencias. También pueden dar lugar a hipocondría, invalidez crónica, y una personalidad egocéntrica que es pasiva, no funcional, y busca relaciones de dependencia. La comodidad de las drogas también puede dar salida a la esterilidad interior. Cuando los medicamentos temporalmente inducen euforia, el retorno a la zona baja se vuelve intolerable, por lo que la dependencia a las drogas no es sólo una adicción sino también un estilo de vida.

La auto perpetuada espiral descendente puede derivar en un intento desesperado por sobrevivir, incluyendo el aferrarse a relaciones abusivas. La auto- condenación es proyectada en Dios y la sociedad, los cuales son, por tanto, culpabilizados por la enfermedad.   El núcleo de la enfermedad es identificable como incapacidad o la negativa a asumir la responsabilidad personal, lo que se deriva en culpa, vergüenza y baja energía que puede terminar en la perdida de la vivienda, la vagancia, y la dependencia social. La falta de habilidades para la vida conduce a descensos periódicos de depresión severa, lo que puede derivar en suicidio. 



TRASCENDIENDO LA APATÍA

Momentos o incluso períodos de tiempo apático pueden ocurrir ocasionalmente en la vida de cualquiera donde hay momentos de “bajada” y sentimientos desalentadores. El propio estilo de vida en si se convierte en una negación del valor de la vida y de la Divinidad como su origen.   La única manera de salir de este callejón sin salida es a través de la Voluntad, que es la única que tiene el poder potencial de compensar la falta de energía intrapsíquica. La Voluntad, que es espiritual en su naturaleza y origen, no debe confundirse con “fuerza de voluntad”, que sólo es mental y psicológica. En un estado apático, la voluntad personal es débil e ineficaz. Esto puede ser trascendido sólo por la invocación a la Voluntad Divina, que calibra a 850 y tiene el poder de regeneración. Mientras el ego / yo habitualmente se atribuye el mérito de la supervivencia, su verdadera fuente es la presencia de la Divinidad como Ser. Es sólo por el Ser que el ego es capaz de ser autosuficiente. Es sólo un recipiente de la energía de la vida y no su origen, como cree.   La súplica divina puede o puede no dar el resultado deseado, ya que para el Ser, la adversidad, o incluso la muerte física, puede ser la única manera de derrotar al ego. Para el Ser, la entrega del mundo personal o el cuerpo físico puede ser un requisito para la transformación del alma. Así, en esta aparente paradoja, la derrota del ego / mente / entidad como cuerpo es, en realidad, el sacrificio de lo temporal por lo permanente (la evolución del alma) y por lo tanto una ganancia kármica.En lo que es visto como apatía, hay en realidad una fuerte resistencia interior sutilmente disfrazada de orgullo y egoísmo descrito como “no puedo” o “no quiero.” La persistencia del ego es tan fuerte que con frecuencia lleva a una catástrofe masiva, como una guerra o un terremoto, para hacerle frente el nivel es el de entregarse voluntariamente. Así, por el karma colectivo, grupos enteros se sienten atraídos por situaciones específicas que pueden aparecer catastroficas aunque mantengan sin ser vistas beneficios kármicos.


DICOTOMÍA PASIVO / AGRESIVO

La vergüenza, la apatía, y la culpa son todas formas de agresión del ego por el ataque con auto-odio, y la crítica negativa. Los lados alternos de estos mecanismos se utilizan en las maniobras defensivas de proyección, odio externalizado y culpabilidad. La apatía es también una forma de resistencia al proceso de maduración y es una forma de negación y rechazo, es decir, testadurez oculta.    Con estos mecanismos, la responsabilidad personal es negada de nuevo, y de otra manera aparentemente normal los individuos podrían periódicamente alternar con extrema agresividad con los demás. Cuando el gusano del auto odio se vuelve para atacar el yo y es dirigido exteriormente, se expresa como vituperio, malicia, maldad, calumnia, e incluso vilipendios públicos que pueden ser extremos. 

El auto-odio dirigido externamente calibra muy bajo porque es una negación de la verdad a un nivel profundo y en segundo lugar destructivo para la sociedad y sus normas. Esta agresión externamente dirigida encuentra la aprobación social, y es entonces expresada en guerras, bandas de delincuentes, el terrorismo, la camorra, la violencia explícita, el Ku Klux Klan, etc. Esas proyecciones sólo pueden ser posibles si la conciencia está ausente, por ejemplo, como el psicópata, o mitigada por la racionalización (los libertadores justifican la venganza, “santa” o las guerras políticas, etc.)   La necesidad de justificación, sirve de refugio a los rencores, las interpretaciones distorsionadas de la sociedad, y la “injusticia” colectiva. Cuando este mecanismo psicológico opera en un líder carismático, miles o incluso millones de millones de personas mueren periódicamente. Este síndrome se denomina “narcisismo mesiánico maligno “.

Los clásicos contrapesos a la apatía y la negativa auto- imagen son “fe, esperanza y caridad”. La ventaja de ayudar a los demás está muy bien demostrado en la sociedad, venga a través de la elección, la inspiración, o incluso la coacción. A menudo, para los que han caído muy bajo, incluso el cuidado de animales puede servir como un muy buen comienzo, como lo demuestran los programas de entrenamiento siendo- ojos- de perro que han tenido mucho éxito en las poblaciones de reclusos reincidentes crónicos en prisión, algunos de los cuales incluso optan por quedarse pasada la fecha de alta para completar el trabajo con sus perros de compañía asignados. El paciente geriátrico apático se anima si el hogar de ancianos proporciona perros de compañía. Las investigaciones actuales indican que la mera posesión de una mascota disminuye los niveles de depresión e hipertensión y tiene un efecto positivo en la salud general. Por tanto, el cuidado de otros seres vivos es terapéutico como es mostrado por los esperanzados alcohólicos cuando empiezan a ayudar a los recién llegados y por atletas recuperados de una actitud derrotista por el simple hecho de alentar a otros miembros del equipo.   En el trabajo espiritual también, la participación en el grupo motiva como consecuencia de la energía espiritual intrínseca del grupo. Así, las organizaciones ministeriales sirven a un gran propósito, al igual que los mentores, entrenadores, motivadores, organizaciones humanitarias, el clero, y los profesores inspirados.


LAS DUALIDADES DE LA APATÍA

Al igual que en los demás niveles, los posicionamientos expresados como dualidades de atracción y aversión han de ser trabajados, con la ayuda de la oración y, a menudo la ayuda de otros.  






LAS DUALIDADES DE LA APATÍA

                       
ATRAE
REPELE
Asume responsabilidad
Culpabiliza, proyecta causas
“no puedo”
“no gano”
Se ve a sí mismo como víctima
Se ve a sí mismo como co-jugador 
Indiferencia
Cuidad
Derrotista
Optimista
Justificar, racionaliza, excusa
Adopta medidas
Se ve asimismo como indefenso
Se ve a sí mismo como capaz
Desesperanza
Esperanza
Niega la autoestima
Elige la autoestima como don divino
Rechaza soluciones
Está dispuesto, acepta
Auto-sabotaje
Auto-respaldo
Indolencia, pereza
Energía en acción
Pesimista, cínico
Confía, tiene fe, esperanza
Se siente indigno
Acepta el valor de la vida
El futuro parece sombrío
El futuro tiene oportunidades
Se ve incapaz
Está dispuesto a aprender
Es rígido, inflexible
Es maleable, capaz de aprender
Pasivo
Activo, hace el esfuerzo
Rechaza la ayuda
Acepta la ayuda
Es autocompasivo
Compasivo, luego se pone en marcha
Se aferra a una posición
Entrega los posicionamientos
Auto-indulgencia
Se pone en marcha, “obtener más”
Excusas
Es honesto consigo mismo
Disimular las bajadas
Evolucionar, elevarse
Sucumbir
Resistir, rehusar, rechazar



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Transcending the Levels of Consciousness  by David R. Hawkins, M.D., Ph.D















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