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sábado, 23 de noviembre de 2019


LA IRA
(Nivel de calibración 150)

“TRASCENDIENDO LOS NIVELES DE CONCIENCIA. LA ESCALERA HACIA LA ILUMINACIÓN”




La ira puede llevar a una acción constructiva o destructiva. A medida que las personas salen de la Apatía y el Sufrimiento y lo convierten en Miedo como forma de vida, empiezan a desear. El deseo lleva a la frustración que a su vez conduce a la Ira. Por tanto, la Ira puede ser un punto de apoyo por el cual los oprimidos son finalmente catapultados a la libertad. La Ira por la injusticia social, la victimización y la desigualdad ha activado grandes movimientos que han llevado a cambios importantes en la estructura de la sociedad. Tenga en cuenta que fueron los movimientos y no la propia ira en si lo que trajo el beneficio constructivo. 

La ira, sin embargo, se expresa más a menudo como resentimiento o como estilo de vida ejemplificado por la irritabilidad, personas explosivas que son hiper- sensibles a los desaires y a convertirse en “coleccionistas de injusticias”, así como a ser camorristas, discutidores, beligerantes, o litigiosos. 

La ira que surge de los deseos frustrados; se basa en un campo de energía por debajo de él (Deseo). La frustración viene de exagerar la importancia de los deseos. La persona enojada puede, al igual que el niño frustrado, entrar en cólera. La ira lleva fácilmente al odio, lo que tiene un efecto corrosivo en todos los ámbitos de la vida de una persona. 

La ira como emoción es una reacción transitoria, pero la ira como nivel de conciencia es indicativa de dominio de un campo omnipresente de energía negativa que es reflejo de una percepción del ego distorsionada. Un aspecto principal de la distorsión es una visión narcisista del mundo y la expectativa de que éste debe responder y ajustarse a los propios deseos y percepciones. En la medida en que el mundo no está centrado o interesado en un determinado individuo per se, el resultado es la frustración crónica y el resentimiento.   El ego narcisista es competitivo y tendiente a sentirse despreciado e insultado, incluso a la mínima provocación, en la medida en que el ego se ve a sí mismo como soberano; esa es su principal expectativa y conformidad o complacencia de sus expectativas; es también la satisfacción de sus deseos o inclinaciones.

Esto se traduce en resentimiento y ardiente ira crónica que se disimula y se expresa como mal genio, mal humor, o actitudes de “uvas agrias”, “peso sobre el hombro”, o “erizarse”. La ira también puede hacerse más encubierta en las posiciones sociales sofisticadas que actúan en el rol de la protesta crónica y la crítica de los autoproclamados que atacan furiosamente a los percibidos como enemigos.

Periódicamente, la ira reprimida emerge como comportamiento agresivo explícito o incluso el asalto físico, así como en expresiones tales como la intimidación y los disturbios públicos. Cuando los resentimientos se acumulan, las rabietas de carácter periódico o rabia pueden surgir. Normalmente se expresan en las relaciones con el cónyuge o el abuso infantil. La ira crónica a menudo se convierte en una personalidad tan agresiva que intenta obligar a los demás mediante la intimidación y la dominación. El estilo de vida resultante es característicamente descrito como “tormentoso”.



LOS MECANISMOS DEL EGO DE LA IRA

La estructura del ego es dualista y divide la unidad de la Realidad en pares de contrastes y opuestos aparentes que son por tanto el producto y el contenido de la percepción, la cual consiste en proyecciones. Se trata de un defecto básico de la mente, como señaló Descartes, quien aclaró que la mente confunde sus propios razonamientos (res interna, res cogitans) con la realidad externa de la naturaleza tal como es (res extensa / externa).

El yo personal es por tanto operativamente una víctima de sus propias percepciones dualistas proyectadas. Por debajo del nivel de calibración 200, esto es una limitación prevalente en la cual la mente es incapaz de diferenciar entre sus percepciones emocionales (opiniones) y el mundo exterior como realmente es. Este impedimento afecta al setenta y ocho por ciento de la población mundial y al cuarenta y nueve por ciento de la población de EE.UU.   La persona enfadada después ve que el ego no le sirve como enemigo. La persona enfadada está, por tanto, siempre a la defensiva y con tendencia a la emocionalidad excitada que se propaga por la activación de los mecanismos del hemisferio cerebral izquierdo principalmente de origen animal.

El ciclo del error de percepción, seguido de ira y resentimiento, activa el sistema nervioso simpático y provoca respuestas de lucha o huida (Cannon, 1929), con el aumento de la adrenalina y la cortisona. Así, en las personas enfadadas todo el sistema nervioso se organiza para la clásica alarma reactiva y la respuesta de estrés (Selye, 1978), de aumento del ritmo cardíaco, retención de sodio, y el aumento de la presión arterial. El ego es alimentado por el aporte de emociones negativas y, por tanto se aferra a la negatividad por supervivencia. Mientras que el cerebro espiritualizado está apoyado por la energía espiritual, el animalizado, el ego- orientado hemisferio cerebral izquierdo confía en las fuentes de la energía animal del periodo evolutivo.  El ego posicionado teme admitir un error y evita la responsabilidad para evitar el retorno de la ira. La principal defensa del ego es proyectar una conciencia punitiva (el “superego”) sobre el mundo exterior y luego vivir con miedo a ello en forma de miedo a la venganza. Así, el ego enfadado teme de verdad, honestamente, lo que podría reducir su dominio, y por tanto considera el perdón o ve la inocencia de los demás como un anatema. El ego de las personas enfadadas ve las relaciones como un campo de batalla por el dominio, control, manifestado en actitudes y acciones primitivas.

La resistencia a renunciar a las actitudes peyorativas se debe a que, subjetivamente, el ego extrae placer de la negatividad, que se propaga y motiva a las personalidades que calibran por debajo de 200.  En contraste, a las personas por encima de 200 les disgusta la ira por sí mismas y se sienten incómodos en ella. Socialmente, la ira va en detrimento de la familia, el lugar de trabajo y otras relaciones, así como la salud personal. En personas que se sienten interiormente débiles y vulnerables, la ira parece exterior, mientras que, en las personas fuertes, la ira es vista como una debilidad primitiva, vulgar que no le gusta y es vista como inmadurez, “clase baja”, y una embarazosa chiquillada, metedura de pata social.

En sí y por si, la ira no es más que una emoción subjetiva que en realidad no logra por sí misma nada en el mundo como si podría el uso de la razón y la moderación. La ira es utilizada por el ego como un sustituto del coraje, que en realidad sólo requiere ser resolutivo, determinado, o comprometido.  El ego, como un animal primitivo, inflado de ira e inconscientemente trata de parecer fuerte y formidable.

La posición del ego se propaga debido a que secretamente busca recompensa en la propia emoción. Este mecanismo de auto-reprodución es más fuerte al aferrarse al pasado para justificar y alimentar rencores y viciar la culpa que, de otro modo, resultaría de la auto-honestidad acerca de los propios y verdaderos motivos de uno. La falacia de exprimir el pasado es indicada por su bajo nivel de calibración, debido al hecho de que, en la actualidad, el pasado ya no existe. Uno puede en realidad sólo “conocer” el presente que, en el mejor de los casos, es sólo una fugaz percepción porque la verdad es una consecuencia no sólo del contenido lineal, sino también del contexto. 




LAS EXPRESIONES CLÍNICAS

La ira crónica a menudo deriva en consecuencias sociales destructivas, tales como la discordia matrimonial o el divorcio. Los abusos en el lugar de trabajo derivan en un desempeño del empleo desigual, y el asesoramiento se recomienda con frecuencia.

La investigación muestra que el patrón suele ser evidente en la primera infancia y causa problemas con sus hermanos y compañeros de clase. La beligerancia crónica lleva al rechazo social que aumenta el resentimiento crónico y la ira que lo justifica, lo que incluso podría desencadenar en homicidio.

Una variedad de estilos de vida se ve en la expresión clínica como el “trastorno de personalidad explosiva”, y también el “trastorno límite de personalidad”, donde los estragos pueden ser provocados por trivialidades aparentes. Otra expresión de la ira clínica se ve en el “trastorno de la personalidad pasiva-agresiva” en el que la pasividad es una forma encubierta de agresión como resistencia, con la erupción periódica de la ira subyacente. La resistencia agresiva proviene de la infancia a partir de los dos años, donde aparece como el clásico “No” de los dos años.

La agresión abiertamente hostil es una característica de personalidad psicopática en la que la ausencia de conciencia permite manifestar la agresión primitiva y lleva a una baja capacidad de autocontrol e intolerancia al retraso. También existe la incapacidad para evaluar las consecuencias de las propias acciones o asumir la responsabilidad de estas.  Los trastornos de carácter severo a menudo empeoran cuando las expectativas o demandas no se cumplen con rapidez. Paradójicamente, el cumplimiento de las expectativas tiende a inflar el ego, de modo que el enfadado, la persona impaciente y la personalidad psicopática no sufren de baja auto-estima, como comúnmente se cree, sino, por el contrario, tienen egos hinchados.

El cumplimiento progresivo de esta grandiosidad interna tiene consecuencias dramáticas y desastrosas para la sociedad, de las cuales el tirano mesiánico narcisista es el ejemplo más evidente. La satisfacción de las expectativas narcisistas egoístas no satisface o acalla las demandas, sino sólo aumentan la agresión. Por lo tanto, apaciguar no detiene la agresión, sino que la alimenta. La codicia del ego es insaciable, y su frustración puede resultar en la despiadada y arbitraria muerte de literalmente millones de ciudadanos de a pie, inocentes, así como de ejércitos enteros y poblaciones enteras.

El ego inflado carece de la prueba de realidad, así como de la mejora de la razón, la lógica o la racionalidad.  El líder mesiánico carismático es experto en alimentar la sed de sangre con la propaganda. La explicación psicológica de la liberación es la sanción de la autoridad o la sociedad en la que se ahoga el superego clásico de Freud (conciencia) derribado por acuerdo público. Esto está históricamente demostrado por el circo romano; la guillotina; durante la masacre de civiles en Manchuria; en las plazas de toros; o en la masiva malevolencia demostrada por Pol Pot, el presidente Mao, Adolf Hitler, y otros.

El núcleo del ego es su creencia ilusoria de que es un Dios (Nerón César, el Gran Líder). La paradoja es que mientras que la realidad de la Divinidad es infinitamente misericordiosa, su usurpación fraudulenta trae la crueldad masiva, la muerte y lo opuesto a la misericordia. La ira crónica requiere justificación, y por tanto, la expresión común de la personalidad enfadada se ve en el clásico coleccionista de injusticias que se queja a las enfermeras y, por extensión paranoide, recoge quejas para justificar la hostilidad.

Es notable que, en los grupos de recuperación basados en la fe, como los programas de doce pasos, una máxima básica es que no hay “resentimiento justificado”. El ego también gusta de citar interpretaciones falsas de la historia para justificar su extremismo.  Es una máxima básica que la percepción encuentra lo que busca (por ejemplo, los motores de búsqueda en Internet). Así, la deliberada promulgación y la propagación de la justificación histórica continúa auto-disponible durante siglos a costa de las vidas y libertades de los pueblos. Esto es característico de los odios religiosos que se prolongan durante milenios.

Como señaló Mahatma Gandhi, ojo por ojo y el mundo acabará ciego. Por tanto, el poder político de los líderes extremistas se basa en la continuación y la propagación del odio, la ira, el resentimiento y la injusticia colectiva. En tales movimientos politizados, la paz obviamente sería la mayor amenaza posible (lo testifica de la carrera de Yasser Arafat que comenzó calibrando 440 y terminó calibrando a 65). La propagación deliberada de la disidencia y el odio es el lado oscuro de la explotación y la subversión de la libertad de expresión (por ejemplo, jugar la carta de la raza, el sexo, la clase, la edad, etc.) 


TRASCENDIENDO LA IRA

Para la persona normal, la ira es vista como un perjuicio. Es una molestia transitoria y es vista como perturbadora. Los antídotos obvios son la compasión, la aceptación, el amor y la voluntad de perdonar. La trascendencia requiere la voluntad de la entrega de los posicionamientos primarios: 

1. Albergar resentimientos crónicos y el exprimir las “injusticias”.

2. Las expectativas poco realistas del mundo y las relaciones, incluyendo las expectativas de conveniencia, acuerdo, aprobación, cumplimiento, entre otras.

3. Entregar el propio egocentrismo como estilo de vida y centrarse en el propio cambio y no en el del mundo externo.

4. Voluntad de entregar las expectativas residuales infantiles (de los dos años) del yo, de los demás, y la percibida imperfección del mundo, por ejemplo, “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; Coraje para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia” (según el programa de los 12 pasos).

5. Asumir la responsabilidad de llevar las actitudes infantiles interiores a la superficie y subordinarlas entonces a madurar y esencialmente a procesos más gratificantes, como la razón, el equilibrio y la preocupación por los demás.

6. Darse cuenta de que el resentimiento o la ira no se tratan de lo que los demás “son”, sino de lo que “no son (es decir, “no” generosos, en lugar de tacaños; “no” desinteresado, sino egoísta, etc).

7. Aceptar la falibilidad humana y la limitación que, en una porción de la población, se debe a una incapacidad innata para ser auto-honesto.  

La asimilación de la ira requiere honestidad interior y la disposición a entregar lo que no es íntegro y esencialmente inviable y reemplazarlo con auto- confianza. Otro proceso es utilizar la técnica “¿Y entonces qué?” Donde uno entrega escenarios aparentemente imposibles a Dios.

Actitudes compensatorias que son mucho más poderosas que la ira son la dedicación, la razón, la humildad, la gratitud, la perseverancia y la tolerancia. También es útil ver que el ego interior se ha vuelto adicto a la artificial “subida” de ira, con sus características animales infladas. También es educativo seleccionar un modelo de rol exitoso y patrón para uno mismo de acuerdo con esos rasgos, como la determinación, el compromiso, la habilidad e integridad.

Nadie obtiene ningún éxito por la envidia ni el vilipendio, sino por imitación. Así, la persona enfadada tiene que volver atrás y recuperar lo perdido en su propia educación y desarrollo.


BLOQUEOS

Como en otros niveles, los posicionamientos derivan en dualidades conflictivas que requieren la entrega del placer transitorio de la indulgencia de lo atractivo y la resistencia a los opositores. La voluntad permite la entrega de la autoindulgencia a corto plazo por el crecimiento espiritual a largo plazo.



  
LAS DUALIDADES DE LA IRA

ATRAE
REPELE
Actúa con los sentimientos
El auto-control
Intimidar
soltar
sostener
soltar
Castigar
“salir sin un rasguño”
La auto-reivindicación
La exoneración
Volcare a los demás
retenerse
Lo especial
Lo ordinario
Estar excitado, “alerta”
Estar fresco, tranquilo
Emotividad
El pensar
Dramatizar
ignorar
Probarse a sí mismo
descartarse
Tener la razón
Estar equivocado
Obtener apoyo
Mantenerse a sí mismo
Crecerse
Aparentar debilidad
“macho”
“débil”
La crítica
el aceptar
Gruñir, mostrar los dientes
Estar en calma
La excitación
La paz
La amenaza
El compromiso
El gruñir
La razón

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Transcending the Levels of Consciousness  by David R. Hawkins, M.D., Ph.D.













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