EL DESEO
(Nivel de calibración
125)
“TRASCENDIENDO LOS NIVELES DE CONCIENCIA. LA ESCALERA
HACIA LA ILUMINACIÓN”
El deseo motiva vastas áreas de la actividad
humana, incluyendo la economía. Los publicistas juegan con los deseos para
programarnos con necesidades vinculadas a los impulsos instintivos. El deseo
nos motiva a dedicar un gran esfuerzo para alcanzar las metas u obtener
recompensas. El deseo por el dinero, el prestigio o el poder corre por la vida
de muchos de los que han superado el Miedo como motivación predominante de la
vida. El deseo es también el nivel de
las adicciones, donde el deseo se convierte en un anhelo más importante que la
vida misma. Las víctimas del Deseo pueden en realidad ser inconscientes de las
bases de sus motivos. Algunas personas se vuelven adictas al deseo de atención
y cuidados de los demás por sus constantes demandas. El deseo por la aprobación
sexual ha producido las enormes industrias de la cosmética y de la moda que ensalzan
el glamour y el encanto.
El deseo tiene que ver con la adquisición y
acumulación, que a menudo es insaciable, ya que es un campo de energía
continuo. La satisfacción de un deseo es simplemente remplazada por el deseo
insatisfecho de algo más, por ejemplo, los multimillonarios a menudo permanecen
obsesionados con adquirir más y más dinero.
El deseo es obviamente un estado muy superior a la apatía o el
sufrimiento. Con el fin de “conseguir”, primero has de tener la energía para
“querer”. La televisión ha tenido una gran influencia en muchos pueblos
oprimidos, inculcando necesidades y aumentando sus deseos hasta el punto de
sacarlos de la Apatía y empezar a buscar una vida mejor. “Querer” puede
abrirnos el camino al éxito. El Deseo puede por lo tanto convertirse en un
trampolín hacia niveles aún más altos de consciencia.
CLÍNICA
El deseo constructivo deriva en el cumplimiento
placentero de elegir opciones basadas en su plenitud en vista a los recursos de
la razón, seguida de un acto de la voluntad, y estos a su vez afectan el nivel
global de la conciencia. Así, lo deseado y el deseo pueden ser reemplazados por
la elección y la decisión. El
inconveniente del deseo es expresado por su cualidad compulsiva, que puede
llevar a la ansiedad constante y la impulsividad. Cuando se expande por la
emotividad, puede ser experimentado como “necesidades”. La consecuencia de una
vida de persecución sin fin y ansiedad respecto la adquisición de fuentes
externas y artificiales de satisfacción incrementan la exposición al miedo a la
pérdida.
El origen evolutivo del patrón y el impulso del
deseo se remonta a las primeras formas de vida animal, que carecieron de una
fuente interna de energía y que por tanto tuvieron que buscarla externamente
por ensayo y error. Así, las necesidades y deseos se vincularon a la
supervivencia y el miedo.
En terminología esotérica clásica, lo deseado y
el deseo son energéticamente localizados en el chacra del plexo solar, lo que
hace que el lenguaje de esa persona “esté conducido por su plexo solar”.
Las formas patológicas de los deseos crónicos
son bien conocidas en la sociedad como interminables impulsos por las
relaciones, el sexo, el materialismo, el acaparar, las adicciones, y muchas
más. El deseo constante por la aprobación da lugar a comportamientos de
“agradar a la gente”, complacencia y el servilismo. El ansia social a menudo
compensa la propia duda, la baja autoestima, y la necesidad de proporcionar
constantemente fuentes externas de placer.
Las expresiones sociales de necesidades y deseos pueden adjuntarse a
conceptos externos, posiciones políticas, y la necesidad de controlar a los
demás por la búsqueda de la sensación de importancia y la atención pública.
Así, los deseos y necesidad son excesivamente narcisistas, aun las expresiones
sociales y posicionamientos aparentemente altruista. Las necesidades sociales
también expresan rasgos de personalidad de manipulación, competencia y búsqueda
de estatus.
EL DESEO Y EL EGO
Debido a su origen evolutivo, el ego desarrolla
la función adquirida de “conseguir”, lo cual es biológicamente necesario para
la supervivencia. La fuente de satisfacción por tanto, es situada “ahí fuera”,
mientras que la verdadera fuente de placer en sí es un mecanismo cerebral
interno que es simplemente activado por la adquisición de un “deseo”. En sus
expresiones más benignas, lo deseado y las necesidades se relacionan con
cuidados sociales y emocionales, como los provistos por la familia, la tribu, o
el clan. La socialización deriva en motivaciones para alcanzar dominio, control
y capacidad de atracción. En los humanos las elaboraciones son expresadas
socialmente en la búsqueda de rango, estatus, posesiones, y un estilo de vida
competitivo que conduce a los celos y la envidia.
El problema básico con este nivel de conciencia
es el sentimiento interior de carencia que deriva en la insatisfacción crónica,
la sensación de estar incompleto, y la constante búsqueda de comportamientos.
La vulnerabilidad del ego es su presunción de que la satisfacción depende de la
adquisición de fuentes externas. Las necesidades exageradas derivan en una
sobrevaloración de lo externo y su aumento irreal de importancia. Así, lo
deseado lleva a la insaciabilidad, la frustración y la ansiedad, y también a la
codicia, la avaricia, y la adquisición crónica.
El problema del Deseo está vinculado a que el ego es proclive a
proyectar lo especial sobre los objetos lo percibidos, las personas, o las
cualidades. Por tanto, la persona deseada, atributo, o posesión es ensalzada,
romantizada y adornada con exagerados atributos mágicos (como es descrito en el
libro clásico, Glamour: Un Problema Mundial [Bailey, 1950]). Así, el ego se
enamora de sus propias proyecciones. Esto le da al objeto deseado, persona, o
cualidad un encanto mágico y atracción seductora que la mayoría de personas
tristemente descubren que es una ilusión (por ejemplo, los adolescentes
románticamente desolados).
El deseo hipertrófico amplificado se convierte,
entonces, en un anhelo y una impulsividad que desafía la racionalidad. Cuando
la promesa mágica ilusoria se disuelve en la realidad, hay un sentimiento de
amargura o pérdida y duelo. En los medios de comunicación especializados en
productos glamourosos y personalidades, la “presentación” es mucho más
importante que la realidad subyacente. Así, el bombardeo publicitario de los
medios es una industria importante e influyente. (“Cualquier publicidad es
mejor que ninguna.”) El resultado es la interminable ansiedad y el deseo de
permanecer en el centro de atención, “llamando la atención” que es uno de los
reclamos del ego. El ego es el principal héroe / heroína de la película
interior de la vida de uno. La ansiedad
interior del ego sobre el cumplimiento de sus necesidades proyectadas conduce a
una codicia insaciable por el poder y el control sobre los demás que emerge en
su forma más extendida en las dictaduras, la megalomanía narcisista, y la
grandiosidad, todos buscan dominar el mundo entero. La frustración de los
deseos egoístas se ha llevado al rango de la venganza y el asesinato de
millones de personas inocentes a través de la historia. Esta es la consecuencia
de la insaciabilidad de la egocentricidad que deriva en barbarie y en el
extremismo militante totalitario. La condición es llamada “narcisismo maligno
mesiánico”, porque el núcleo del ego
secretamente envidia y odia a Dios y ve a la Divinidad como un rival.
El ego –inteligente- expresa su grandiosidad
interior, tratando de reemplazar a la Divinidad al declarar él mismo ser Dios
(Nerón, César, etc), o reclamando una especial autoridad divina al afirmar ser
divinamente ordenado y por tanto autorizado.
La usurpación de la Divinidad se ve en las muestras de figuras
despóticas públicas del “gran líder”, etc, quienes sinceramente esperan ser
adorados. Los potentados necesitan que te inclines y te arrodilles en su
presencia y asumir el título de “señor”. Los reyes gobernaron por “derecho
Divino” y desde un trono que fue siempre más alto que cualquier otro. El trono
en si simbolizó la reclamación de la soberanía, el poder ilimitado, y el
“Derecho Divino de los Reyes”. La
paradoja de las reivindicaciones mesiánicas de los líderes del mundo de todos
los tiempos es que pocos de ellos mantienen un nivel calibrado suficientemente
alto como para indicar poder intrínseco real. En su lugar, confían en la fuerza
(municiones, policía secreta, el ejército, y el terrorismo).
EL DESEO COMO ADICCIÓN
La satisfacción repetitiva del ciclo
deseo-saciedad lleva a la habituación, que puede escalar en personas
vulnerables a la ansiedad y la adicción. La escalada es al mismo nivel que la
de los impulsos instintivos y pueden incluso llegar a ser priorizados por
encima de instintos de supervivencia normales. Cuando la satisfacción del
anhelo se vuelve dominante, la inhibición por la razón se vuelve inútil e
inoperante, como se ve en la búsqueda de aventuras peligrosas de alto riesgo
que tienen un historial de altas tasas de mortalidad (por ejemplo, escalar el
Monte Everest; descender en un barril las cataratas del Niágara, grabar un
buceo por aguas profundas, etc.) Incluso la probabilidad de muerte por lava
volcánica o asfixia en una avalancha es insuficiente para controlar el impulso
de la insaciable ansia y emoción de coquetear con la muerte como también se
observa en los extremos desesperados del criminal (Bonnie y Clyde).
Las adicciones sustituirán a la racionalidad y
la auto-preservación incluso a pesar de las graves consecuencias. Las
compulsiones vuelven rápidamente cuando la oportunidad para la satisfacción
retorna como se ve en las apuestas compulsivas, la pedofilia, las drogas y la
adicción al alcohol, la criminalidad, la cleptomanía, la sexualidad, los
pirómanos, las conductas psicopáticas, los trastornos alimentarios, las compras
compulsivas y el acoso, así como también en el despilfarro irracional, el
acaparar, y muchos más. La investigación
neuroquímica del cerebro ha revelado mecanismos de neurotransmisión genéticos
en las adicciones que responden a la intervención con fármacos. En general, las
adicciones son todas operativamente similares en que disparan la liberación de
los neurotransmisores cerebrales asociados al placer.
Esencialmente, todas las adicciones son
consecuencia de la adicción a la respuesta del placer en si misma por cualquier
medio. (Un descubrimiento clínico reciente fue que incluso los medicamentos
anti-Parkinson podrían desencadenar conductas compulsivas, como el juego, el
sexo, o las compras. [Tanner, 2005].)
Estos comportamientos pueden variar desde los abusos del financiero
multimillonario al violador de niños en serie y el asesinato, pero el mecanismo
subyacente es el mismo. El tipo particular de comportamiento seleccionado es
conforme con la genética kármicamente influenciada y los factores culturales
que derivan en el nivel individual de la conciencia. Las adicciones no son
extinguidas por consecuencias negativas, no importa lo terribles que sean. Por
tanto, no son comprensibles para la persona normal promedio que esperan que una
pena de prisión disuada la criminalidad. La mayoría de los delincuentes
reinciden en la delincuencia sólo unos pocos días después de salir de la cárcel
debido al impulso de la compulsión, como es característicamente visto en los
pedófilos.
EL EGO COMO UNA
ADICCIÓN
Al comprender la adicción, se abre el camino
para comprender la tenacidad del ego. El ser busca el placer y se vuelve adicto
al placer que recibe. Este ciclo de respuesta se vuelve entonces habitualmente
reforzado, derivando en un patrón cerebral dominante, que persiste a pesar de
las negativas consecuencias para sí mismo u otros. Incluso las satisfacciones
de la negatividad se deben principalmente a la adicción. Esto explica la
naturaleza crónica social / espiritual / emocional patológica que dominó
durante siglos civilizaciones enteras. Incluso, hoy día, la patología domina al
setenta y ocho por ciento de la población mundial, para los que desprenderse de
los comportamientos y las emociones negativas representaría una pérdida del
placer y la satisfacción.
El precio del orgullo es obvio; el precio de la
codicia, la adquisición, y la pomposidad son igualmente claros. Las personas se
aferran al odio y la búsqueda interminable de justificaciones desde hace
siglos. Los coleccionistas de injusticias abundan, al igual que los mártires,
los odiados traficantes, los sádicos, los masoquistas, y los perdedores, así
como demagogos y tiranos de todo tipo. El odio de la violencia está
intoxicando, y los asesinos de inocentes están jubilosos. Los conflictos políticos,
religiosos y filosóficos son tan adictivos que culturas enteras y poblaciones
van a la muerte por el importante placer de “tener razón” y vengarse. Si bien los anteriores son ejemplos extremos,
el mismo mecanismo subyacente de pago secreto del placer se deriva de la
tozudez, el resentimiento, la culpabilidad, la auto-recriminación, y, por
extraño que puede parecer a primera vista, el sufrimiento en sí mismo.
Otras formas son la culpa crónica, los miedos
interminables, las obsesiones, las compulsiones, y los temores sin fin de la
vida ordinaria llamados “preocupaciones”. Incluso la derrota y la pérdida
pueden ser paradójicamente gratificantes, como castigo o evidencia de la
crueldad del destino. Las posiciones del ego tienen la característica de
renegar de la responsabilidad y complacerse en echar la culpa “ahí fuera”.
LA RECUPERACIÓN DE LA
ADICCIÓN AL EGO
En y por sí mismo, el ego es incapaz de
trascender sus propias espirales. Es el circuito tortuoso de la casa de los
espejos de la ilusión. Por sí mismo, el ego nunca buscaría la salvación. Es
sólo al despertar la energía espiritual que los niveles de conciencia pueden
ser trascendidos. El mecanismo para la salvación es a través de la voluntad, la
cual invita a la intervención de la Divinidad.
El ego llegó a ser dominante como resultado de su antiguo origen atávico
como ser esencial para la supervivencia primitiva. Para el ego, un deseo es
interpretado como una “necesidad” y un “he de tener”. Así, su búsqueda puede
llegar a ser frenética, y toda precaución puede ser arrojada al viento.
Los deseos son por tanto escalados al ser
desesperados y demandar algún sacrificio, incluyendo incluso la muerte de
millones de personas. Debe tener lo que quiere a toda costa y encontrará muchas
excusas para justificarse. Se deshace en razones de una astuta retórica
dirigida a culpabilizar y demonizar a los demás, el ego ha de ganar a toda
costa porque a lo largo de millones de años de evolución, murió si no conseguía
cumplir sus deseos y necesidades. El ego tiene una larga, larga memoria y
millones de años de refuerzo.
TRASCENDIENDO EL DESEO
Debido a que el problema es interno y no
externo, los intentos de controlar la ansiedad compulsiva con “la fuerza de
voluntad” (el ego) rara vez tienen éxito, ni dan satisfacción a los deseos
interminables, lo cual sólo da un alivio temporal. Como es bien sabido, las formas
más destructivas de los impulsos compulsivos responden mejor a los programas de
tratamiento basados en la fe y grupos cuya base fundacional sigue el exitoso
ejemplo establecido por los grupos de doce pasos. Todas estas organizaciones
resaltan el mismo concepto básico de humildad, honestidad interior,
responsabilidad, y entrega a un poder superior al de uno mismo. La falta de
respuesta a este tipo de programas se debe a la falta de voluntad para
abandonar la resistencia que emana del núcleo del propio ego, para el que la
entrega es un anatema a menos que el dolor de la enfermedad alcance
proporciones insoportables. Los grados
menos graves pero molestos de ser dirigido pueden ser trascendidos al sustituir
las preferencias por demandas y entregar cada impulso a Dios a medida que
surjan.
Otra práctica es el “¿Y entonces qué?” el
proceso espiritual en el que cada temida y anticipada consecuencia es entregada
a Dios. Al principio, este proceso parece imposible, pero tras ser investigado,
“imposible” resulta ser simplemente falta de voluntad propia. Por tanto,
entregar depende de “querer” y no de “no poder”. Otro ejemplo del proceso “¿Y entonces qué?”
es el siguiente: “Si renuncio a tal y tal, entonces seré aburrido, infeliz,
aislado, me convertiré en un don nadie, un indigente,” y así va la lista de las
presuntas condiciones intolerables, que, tras ser examinadas, revelan que
ninguna de ellas es intolerable, y la intolerancia es simplemente debida a la
propia resistencia y no a la condición (por ejemplo, si estuviera basado en la
realidad, nadie sería feliz si no fuera rico y famoso).
La falta de voluntad y la resistencia a menudo
toma la forma de la excusa del “no puedo” para evitar responsabilidades y la
entrega de un motivo del ego. Esto puede ser descubierto al preguntar “¿Si
alguien pusiera una pistola cargada en tu cabeza y te disparara si no te
rindieras, entonces podrías hacerlo?” La respuesta, por supuesto, es que
podrías, por lo que el problema es si “querrías”, y no si “podrías”. Ten en
cuenta que incluso el estilo de vida “esquelético” ascético es aceptable si es
querido y elegido. Hay muchas comunidades espirituales de la renuncia mundana o
seguidores de los principios del “menos es más”. La simplicidad es una opción
aceptable si es sin resentimiento ni impuesta.
A mayor implicación en el nivel personal de conciencia, menor presión de
las necesidades. A mayor evolución, los deseos y necesidades desaparecen debido
a que la satisfacción no surge de lo que uno tiene sino de darse cuenta de la
Fuente de la propia existencia, la cual no depende de nada externo o un cerebro
alterado artificialmente o fisiológicamente. La experiencia personal se
envuelve de alegría y del sentimiento de libertad interior.
Siguiendo una secuencia de “¿Y, entonces qué?”
con el tiempo el miedo oculto desencadena toda una secuencia que resulta ser
miedo a la propia muerte. Es este miedo a la muerte el que es reprimido e
inconsciente tras la multitud de miedos a los que el hombre es propenso. Con la
entrega de la vida misma e imbuidos de la voluntad de Dios, el resplandor
interior del Ser brilla, y la propia supervivencia es entregada a Dios
emergiendo la alegría. Un requisito previo para la eliminación con éxito del
miedo a la muerte es una profunda entrega a Dios y simultáneamente rezar por la
Gracia Divina. La emergencia desde la
limitación restrictiva es a través de los pasos clásicos del “tener”, “hacer” y
“ser”. Volverse el cumplimiento del propio potencial espiritual elimina todas
las necesidades o deseos, la fuente de la felicidad reside en el interior donde
siempre ha estado. Las fuentes de felicidad del ego son provisionales,
temporales, transitorias, e ilusorias, lo cual es una Realidad que sólo puede
ser verificada por experiencia. El Ser no quiere nada porque él es innato y
totalmente completo, ya que es la Fuente primordial de todo lo que existe. Así, aparte de las necesidades físicas
básicas para la supervivencia, “la carencia” es una percepción. El desafío
espiritual es descubrir la Fuente de la felicidad. Muchas personas muy ricas y
exitosas reconocen abiertamente que, aparte de las comodidades físicas, no son
básicamente más felices que lo fueron de estudiantes sin dinero.
LAS DUALIDADES DEL
DESEO
ATRAE
|
REPELE
|
Lo especial
|
Lo común
|
Ganar, la
ganancia
|
perder
|
La riqueza
|
La pobreza
|
El control
|
La “pasividad”
|
Obtener
|
perder
|
Ansiar
|
Ser frustrado
|
La fuerza
|
La debilidad
|
La aprobación
|
El criticae
|
El éxito
|
El fracaso
|
La fama
|
El anonimato
|
La obstinación
|
La “sumisión”
|
La agresión
|
Estar
equivocado
|
Resistir
|
cambiar
|
Defenderse
|
rendirse
|
La adquisición
|
La pobreza
|
La conquista
|
La pérdida
|
Ser popular
|
Pasar desapercibido
|
“he de
tener”
|
prefiero
|
Ser importante
|
Ser “ordinario”
|
Sentirse “súper”
|
Solo lo
normal
|
Ser excepcional
|
Estar en
el promedio
|
Destacado
|
ignorado
|
Emoción
|
aburrido
|
Excitación
|
aburrimiento
|
Glamoroso
|
común
|
Cambiar el
mundo
|
Cambiarse
a sí mismo
|
La posesión
|
La simplicidad
|
Mostrarse
|
Ser soso
|
Lo superior
|
Lo común
|
Existen
reconocibles instintos que son clásicamente asociados al chacra del plexo
solar. Encuentran una amplia aceptación social y refuerzo. En conjunto, emergen
como actitudes y motivaciones que han de ser entregados como apegos. El proceso
necesario es el de la voluntad además de la contemplación, la reflexión y la
meditación, pero la recompensa posterior es grande y abre la puerta a muchos
beneficios inesperados que recontextualizan las cualidades subjetivas de la
vida.
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Transcending the Levels of
Consciousness. The stairway to Enlghtenment” by David R. Hawkins, M.D., Ph.D.
“TRASCENDIENDO LOS NIVELES DE CONCIENCIA. LA ESCALERA HACIA LA ILUMINACIÓN”:
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