Buscar este blog

domingo, 24 de noviembre de 2019


EL DESEO
(Nivel de calibración 125)

“TRASCENDIENDO LOS NIVELES DE CONCIENCIA. LA ESCALERA HACIA LA ILUMINACIÓN”



El deseo motiva vastas áreas de la actividad humana, incluyendo la economía. Los publicistas juegan con los deseos para programarnos con necesidades vinculadas a los impulsos instintivos. El deseo nos motiva a dedicar un gran esfuerzo para alcanzar las metas u obtener recompensas. El deseo por el dinero, el prestigio o el poder corre por la vida de muchos de los que han superado el Miedo como motivación predominante de la vida.  El deseo es también el nivel de las adicciones, donde el deseo se convierte en un anhelo más importante que la vida misma. Las víctimas del Deseo pueden en realidad ser inconscientes de las bases de sus motivos. Algunas personas se vuelven adictas al deseo de atención y cuidados de los demás por sus constantes demandas. El deseo por la aprobación sexual ha producido las enormes industrias de la cosmética y de la moda que ensalzan el glamour y el encanto.

El deseo tiene que ver con la adquisición y acumulación, que a menudo es insaciable, ya que es un campo de energía continuo. La satisfacción de un deseo es simplemente remplazada por el deseo insatisfecho de algo más, por ejemplo, los multimillonarios a menudo permanecen obsesionados con adquirir más y más dinero.  El deseo es obviamente un estado muy superior a la apatía o el sufrimiento. Con el fin de “conseguir”, primero has de tener la energía para “querer”. La televisión ha tenido una gran influencia en muchos pueblos oprimidos, inculcando necesidades y aumentando sus deseos hasta el punto de sacarlos de la Apatía y empezar a buscar una vida mejor. “Querer” puede abrirnos el camino al éxito. El Deseo puede por lo tanto convertirse en un trampolín hacia niveles aún más altos de consciencia. 



CLÍNICA

El deseo constructivo deriva en el cumplimiento placentero de elegir opciones basadas en su plenitud en vista a los recursos de la razón, seguida de un acto de la voluntad, y estos a su vez afectan el nivel global de la conciencia. Así, lo deseado y el deseo pueden ser reemplazados por la elección y la decisión.   El inconveniente del deseo es expresado por su cualidad compulsiva, que puede llevar a la ansiedad constante y la impulsividad. Cuando se expande por la emotividad, puede ser experimentado como “necesidades”. La consecuencia de una vida de persecución sin fin y ansiedad respecto la adquisición de fuentes externas y artificiales de satisfacción incrementan la exposición al miedo a la pérdida. 

El origen evolutivo del patrón y el impulso del deseo se remonta a las primeras formas de vida animal, que carecieron de una fuente interna de energía y que por tanto tuvieron que buscarla externamente por ensayo y error. Así, las necesidades y deseos se vincularon a la supervivencia y el miedo.

En terminología esotérica clásica, lo deseado y el deseo son energéticamente localizados en el chacra del plexo solar, lo que hace que el lenguaje de esa persona “esté conducido por su plexo solar”.

Las formas patológicas de los deseos crónicos son bien conocidas en la sociedad como interminables impulsos por las relaciones, el sexo, el materialismo, el acaparar, las adicciones, y muchas más. El deseo constante por la aprobación da lugar a comportamientos de “agradar a la gente”, complacencia y el servilismo. El ansia social a menudo compensa la propia duda, la baja autoestima, y la necesidad de proporcionar constantemente fuentes externas de placer.   Las expresiones sociales de necesidades y deseos pueden adjuntarse a conceptos externos, posiciones políticas, y la necesidad de controlar a los demás por la búsqueda de la sensación de importancia y la atención pública. Así, los deseos y necesidad son excesivamente narcisistas, aun las expresiones sociales y posicionamientos aparentemente altruista. Las necesidades sociales también expresan rasgos de personalidad de manipulación, competencia y búsqueda de estatus. 




EL DESEO Y EL EGO

Debido a su origen evolutivo, el ego desarrolla la función adquirida de “conseguir”, lo cual es biológicamente necesario para la supervivencia. La fuente de satisfacción por tanto, es situada “ahí fuera”, mientras que la verdadera fuente de placer en sí es un mecanismo cerebral interno que es simplemente activado por la adquisición de un “deseo”. En sus expresiones más benignas, lo deseado y las necesidades se relacionan con cuidados sociales y emocionales, como los provistos por la familia, la tribu, o el clan. La socialización deriva en motivaciones para alcanzar dominio, control y capacidad de atracción. En los humanos las elaboraciones son expresadas socialmente en la búsqueda de rango, estatus, posesiones, y un estilo de vida competitivo que conduce a los celos y la envidia.

El problema básico con este nivel de conciencia es el sentimiento interior de carencia que deriva en la insatisfacción crónica, la sensación de estar incompleto, y la constante búsqueda de comportamientos. La vulnerabilidad del ego es su presunción de que la satisfacción depende de la adquisición de fuentes externas. Las necesidades exageradas derivan en una sobrevaloración de lo externo y su aumento irreal de importancia. Así, lo deseado lleva a la insaciabilidad, la frustración y la ansiedad, y también a la codicia, la avaricia, y la adquisición crónica.  El problema del Deseo está vinculado a que el ego es proclive a proyectar lo especial sobre los objetos lo percibidos, las personas, o las cualidades. Por tanto, la persona deseada, atributo, o posesión es ensalzada, romantizada y adornada con exagerados atributos mágicos (como es descrito en el libro clásico, Glamour: Un Problema Mundial [Bailey, 1950]). Así, el ego se enamora de sus propias proyecciones. Esto le da al objeto deseado, persona, o cualidad un encanto mágico y atracción seductora que la mayoría de personas tristemente descubren que es una ilusión (por ejemplo, los adolescentes románticamente desolados).

El deseo hipertrófico amplificado se convierte, entonces, en un anhelo y una impulsividad que desafía la racionalidad. Cuando la promesa mágica ilusoria se disuelve en la realidad, hay un sentimiento de amargura o pérdida y duelo. En los medios de comunicación especializados en productos glamourosos y personalidades, la “presentación” es mucho más importante que la realidad subyacente. Así, el bombardeo publicitario de los medios es una industria importante e influyente. (“Cualquier publicidad es mejor que ninguna.”) El resultado es la interminable ansiedad y el deseo de permanecer en el centro de atención, “llamando la atención” que es uno de los reclamos del ego. El ego es el principal héroe / heroína de la película interior de la vida de uno.  La ansiedad interior del ego sobre el cumplimiento de sus necesidades proyectadas conduce a una codicia insaciable por el poder y el control sobre los demás que emerge en su forma más extendida en las dictaduras, la megalomanía narcisista, y la grandiosidad, todos buscan dominar el mundo entero. La frustración de los deseos egoístas se ha llevado al rango de la venganza y el asesinato de millones de personas inocentes a través de la historia. Esta es la consecuencia de la insaciabilidad de la egocentricidad que deriva en barbarie y en el extremismo militante totalitario. La condición es llamada “narcisismo maligno mesiánico”, porque el núcleo del  ego secretamente envidia y odia a Dios y ve a la Divinidad como un rival.

El ego –inteligente- expresa su grandiosidad interior, tratando de reemplazar a la Divinidad al declarar él mismo ser Dios (Nerón, César, etc), o reclamando una especial autoridad divina al afirmar ser divinamente ordenado y por tanto autorizado.  La usurpación de la Divinidad se ve en las muestras de figuras despóticas públicas del “gran líder”, etc, quienes sinceramente esperan ser adorados. Los potentados necesitan que te inclines y te arrodilles en su presencia y asumir el título de “señor”. Los reyes gobernaron por “derecho Divino” y desde un trono que fue siempre más alto que cualquier otro. El trono en si simbolizó la reclamación de la soberanía, el poder ilimitado, y el “Derecho Divino de los Reyes”.   La paradoja de las reivindicaciones mesiánicas de los líderes del mundo de todos los tiempos es que pocos de ellos mantienen un nivel calibrado suficientemente alto como para indicar poder intrínseco real. En su lugar, confían en la fuerza (municiones, policía secreta, el ejército, y el terrorismo).  


EL DESEO COMO ADICCIÓN

La satisfacción repetitiva del ciclo deseo-saciedad lleva a la habituación, que puede escalar en personas vulnerables a la ansiedad y la adicción. La escalada es al mismo nivel que la de los impulsos instintivos y pueden incluso llegar a ser priorizados por encima de instintos de supervivencia normales. Cuando la satisfacción del anhelo se vuelve dominante, la inhibición por la razón se vuelve inútil e inoperante, como se ve en la búsqueda de aventuras peligrosas de alto riesgo que tienen un historial de altas tasas de mortalidad (por ejemplo, escalar el Monte Everest; descender en un barril las cataratas del Niágara, grabar un buceo por aguas profundas, etc.) Incluso la probabilidad de muerte por lava volcánica o asfixia en una avalancha es insuficiente para controlar el impulso de la insaciable ansia y emoción de coquetear con la muerte como también se observa en los extremos desesperados del criminal (Bonnie y Clyde).

Las adicciones sustituirán a la racionalidad y la auto-preservación incluso a pesar de las graves consecuencias. Las compulsiones vuelven rápidamente cuando la oportunidad para la satisfacción retorna como se ve en las apuestas compulsivas, la pedofilia, las drogas y la adicción al alcohol, la criminalidad, la cleptomanía, la sexualidad, los pirómanos, las conductas psicopáticas, los trastornos alimentarios, las compras compulsivas y el acoso, así como también en el despilfarro irracional, el acaparar, y muchos más.  La investigación neuroquímica del cerebro ha revelado mecanismos de neurotransmisión genéticos en las adicciones que responden a la intervención con fármacos. En general, las adicciones son todas operativamente similares en que disparan la liberación de los neurotransmisores cerebrales asociados al placer.

Esencialmente, todas las adicciones son consecuencia de la adicción a la respuesta del placer en si misma por cualquier medio. (Un descubrimiento clínico reciente fue que incluso los medicamentos anti-Parkinson podrían desencadenar conductas compulsivas, como el juego, el sexo, o las compras. [Tanner, 2005].)  Estos comportamientos pueden variar desde los abusos del financiero multimillonario al violador de niños en serie y el asesinato, pero el mecanismo subyacente es el mismo. El tipo particular de comportamiento seleccionado es conforme con la genética kármicamente influenciada y los factores culturales que derivan en el nivel individual de la conciencia. Las adicciones no son extinguidas por consecuencias negativas, no importa lo terribles que sean. Por tanto, no son comprensibles para la persona normal promedio que esperan que una pena de prisión disuada la criminalidad. La mayoría de los delincuentes reinciden en la delincuencia sólo unos pocos días después de salir de la cárcel debido al impulso de la compulsión, como es característicamente visto en los pedófilos. 


EL EGO COMO UNA ADICCIÓN

Al comprender la adicción, se abre el camino para comprender la tenacidad del ego. El ser busca el placer y se vuelve adicto al placer que recibe. Este ciclo de respuesta se vuelve entonces habitualmente reforzado, derivando en un patrón cerebral dominante, que persiste a pesar de las negativas consecuencias para sí mismo u otros. Incluso las satisfacciones de la negatividad se deben principalmente a la adicción. Esto explica la naturaleza crónica social / espiritual / emocional patológica que dominó durante siglos civilizaciones enteras. Incluso, hoy día, la patología domina al setenta y ocho por ciento de la población mundial, para los que desprenderse de los comportamientos y las emociones negativas representaría una pérdida del placer y la satisfacción.

El precio del orgullo es obvio; el precio de la codicia, la adquisición, y la pomposidad son igualmente claros. Las personas se aferran al odio y la búsqueda interminable de justificaciones desde hace siglos. Los coleccionistas de injusticias abundan, al igual que los mártires, los odiados traficantes, los sádicos, los masoquistas, y los perdedores, así como demagogos y tiranos de todo tipo. El odio de la violencia está intoxicando, y los asesinos de inocentes están jubilosos. Los conflictos políticos, religiosos y filosóficos son tan adictivos que culturas enteras y poblaciones van a la muerte por el importante placer de “tener razón” y vengarse.  Si bien los anteriores son ejemplos extremos, el mismo mecanismo subyacente de pago secreto del placer se deriva de la tozudez, el resentimiento, la culpabilidad, la auto-recriminación, y, por extraño que puede parecer a primera vista, el sufrimiento en sí mismo.

Otras formas son la culpa crónica, los miedos interminables, las obsesiones, las compulsiones, y los temores sin fin de la vida ordinaria llamados “preocupaciones”. Incluso la derrota y la pérdida pueden ser paradójicamente gratificantes, como castigo o evidencia de la crueldad del destino. Las posiciones del ego tienen la característica de renegar de la responsabilidad y complacerse en echar la culpa “ahí fuera”.


LA RECUPERACIÓN DE LA ADICCIÓN AL EGO

En y por sí mismo, el ego es incapaz de trascender sus propias espirales. Es el circuito tortuoso de la casa de los espejos de la ilusión. Por sí mismo, el ego nunca buscaría la salvación. Es sólo al despertar la energía espiritual que los niveles de conciencia pueden ser trascendidos. El mecanismo para la salvación es a través de la voluntad, la cual invita a la intervención de la Divinidad.  El ego llegó a ser dominante como resultado de su antiguo origen atávico como ser esencial para la supervivencia primitiva. Para el ego, un deseo es interpretado como una “necesidad” y un “he de tener”. Así, su búsqueda puede llegar a ser frenética, y toda precaución puede ser arrojada al viento.

Los deseos son por tanto escalados al ser desesperados y demandar algún sacrificio, incluyendo incluso la muerte de millones de personas. Debe tener lo que quiere a toda costa y encontrará muchas excusas para justificarse. Se deshace en razones de una astuta retórica dirigida a culpabilizar y demonizar a los demás, el ego ha de ganar a toda costa porque a lo largo de millones de años de evolución, murió si no conseguía cumplir sus deseos y necesidades. El ego tiene una larga, larga memoria y millones de años de refuerzo.





TRASCENDIENDO EL DESEO

Debido a que el problema es interno y no externo, los intentos de controlar la ansiedad compulsiva con “la fuerza de voluntad” (el ego) rara vez tienen éxito, ni dan satisfacción a los deseos interminables, lo cual sólo da un alivio temporal. Como es bien sabido, las formas más destructivas de los impulsos compulsivos responden mejor a los programas de tratamiento basados en la fe y grupos cuya base fundacional sigue el exitoso ejemplo establecido por los grupos de doce pasos. Todas estas organizaciones resaltan el mismo concepto básico de humildad, honestidad interior, responsabilidad, y entrega a un poder superior al de uno mismo. La falta de respuesta a este tipo de programas se debe a la falta de voluntad para abandonar la resistencia que emana del núcleo del propio ego, para el que la entrega es un anatema a menos que el dolor de la enfermedad alcance proporciones insoportables.  Los grados menos graves pero molestos de ser dirigido pueden ser trascendidos al sustituir las preferencias por demandas y entregar cada impulso a Dios a medida que surjan.

Otra práctica es el “¿Y entonces qué?” el proceso espiritual en el que cada temida y anticipada consecuencia es entregada a Dios. Al principio, este proceso parece imposible, pero tras ser investigado, “imposible” resulta ser simplemente falta de voluntad propia. Por tanto, entregar depende de “querer” y no de “no poder”.   Otro ejemplo del proceso “¿Y entonces qué?” es el siguiente: “Si renuncio a tal y tal, entonces seré aburrido, infeliz, aislado, me convertiré en un don nadie, un indigente,” y así va la lista de las presuntas condiciones intolerables, que, tras ser examinadas, revelan que ninguna de ellas es intolerable, y la intolerancia es simplemente debida a la propia resistencia y no a la condición (por ejemplo, si estuviera basado en la realidad, nadie sería feliz si no fuera rico y famoso). 

La falta de voluntad y la resistencia a menudo toma la forma de la excusa del “no puedo” para evitar responsabilidades y la entrega de un motivo del ego. Esto puede ser descubierto al preguntar “¿Si alguien pusiera una pistola cargada en tu cabeza y te disparara si no te rindieras, entonces podrías hacerlo?” La respuesta, por supuesto, es que podrías, por lo que el problema es si “querrías”, y no si “podrías”. Ten en cuenta que incluso el estilo de vida “esquelético” ascético es aceptable si es querido y elegido. Hay muchas comunidades espirituales de la renuncia mundana o seguidores de los principios del “menos es más”. La simplicidad es una opción aceptable si es sin resentimiento ni impuesta.   A mayor implicación en el nivel personal de conciencia, menor presión de las necesidades. A mayor evolución, los deseos y necesidades desaparecen debido a que la satisfacción no surge de lo que uno tiene sino de darse cuenta de la Fuente de la propia existencia, la cual no depende de nada externo o un cerebro alterado artificialmente o fisiológicamente. La experiencia personal se envuelve de alegría y del sentimiento de libertad interior.  

Siguiendo una secuencia de “¿Y, entonces qué?” con el tiempo el miedo oculto desencadena toda una secuencia que resulta ser miedo a la propia muerte. Es este miedo a la muerte el que es reprimido e inconsciente tras la multitud de miedos a los que el hombre es propenso. Con la entrega de la vida misma e imbuidos de la voluntad de Dios, el resplandor interior del Ser brilla, y la propia supervivencia es entregada a Dios emergiendo la alegría. Un requisito previo para la eliminación con éxito del miedo a la muerte es una profunda entrega a Dios y simultáneamente rezar por la Gracia Divina.   La emergencia desde la limitación restrictiva es a través de los pasos clásicos del “tener”, “hacer” y “ser”. Volverse el cumplimiento del propio potencial espiritual elimina todas las necesidades o deseos, la fuente de la felicidad reside en el interior donde siempre ha estado. Las fuentes de felicidad del ego son provisionales, temporales, transitorias, e ilusorias, lo cual es una Realidad que sólo puede ser verificada por experiencia. El Ser no quiere nada porque él es innato y totalmente completo, ya que es la Fuente primordial de todo lo que existe.   Así, aparte de las necesidades físicas básicas para la supervivencia, “la carencia” es una percepción. El desafío espiritual es descubrir la Fuente de la felicidad. Muchas personas muy ricas y exitosas reconocen abiertamente que, aparte de las comodidades físicas, no son básicamente más felices que lo fueron de estudiantes sin dinero.


LAS DUALIDADES DEL DESEO

ATRAE
REPELE
Lo especial
Lo común
Ganar, la ganancia
perder
La riqueza
La pobreza
El control
La “pasividad”
Obtener
perder
Ansiar
Ser frustrado
La fuerza
La debilidad
La aprobación
El criticae
El éxito
El fracaso
La fama
El anonimato
La obstinación
La “sumisión”
La agresión
Estar equivocado
Resistir
cambiar
Defenderse
rendirse
La adquisición
La pobreza
La conquista
La pérdida
Ser popular
Pasar desapercibido
“he de tener”
prefiero
Ser importante
Ser “ordinario”
Sentirse “súper”
Solo lo normal
Ser excepcional
Estar en el promedio
Destacado
ignorado
Emoción
aburrido
Excitación
aburrimiento
Glamoroso
común
Cambiar el mundo
Cambiarse a sí mismo
La posesión
La simplicidad
Mostrarse
Ser soso
Lo superior
Lo común

 

 Existen reconocibles instintos que son clásicamente asociados al chacra del plexo solar. Encuentran una amplia aceptación social y refuerzo. En conjunto, emergen como actitudes y motivaciones que han de ser entregados como apegos. El proceso necesario es el de la voluntad además de la contemplación, la reflexión y la meditación, pero la recompensa posterior es grande y abre la puerta a muchos beneficios inesperados que recontextualizan las cualidades subjetivas de la vida. 


________________________________

Transcending the Levels of Consciousness. The stairway to Enlghtenment” by David R. Hawkins, M.D., Ph.D.





No hay comentarios:

Publicar un comentario